lunes, 5 de diciembre de 2011

Las letanías al Corazón de Jesús, según Juan Pablo II







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CHARLA: LA DEVOCION AL CORAZÓN DE JESUS - “LAS LETANÍAS AL CORAZÓN DE JESÚS”

Aula P. Juan Manuel Igartua S.J.

Curso: “El Corazón abierto de Jesús”. P. Juan Manuel Igartua S.J. (1951)

Reunión del 12 de noviembre de 2011

Lugar: Local Adoración Nocturna de Bilbao

1º.- EL CORAZÓN ABIERTO DE JESÚS

Es un libro sobre la devoción al Corazón de Jesús que escribió el P. Igartua S.J. en el año 1951, por encargo del P. Imatz S.J.. Es una especie de opúsculo escrito para fomentar en los jóvenes estudiantes la devoción al Corazón de Jesús.

Consta de prólogo, dos partes y un apéndice:
1ª El Sagrado Corazón
2ª La devoción al Sagrado Corazón
Apéndice: Promesas y Principales formas de esta devoción

Primera parte: el Sagrado Corazón de Jesús

En una serie de apartados con ejemplos y textos del Nuevo Testamento y del Magisterio de la Iglesia explica qué es el Sagrado Corazón de Jesús.

El mayor ideal

En la Misa del día del Sagrado Corazón de Jesús: «Las riquezas de Cristo están todas en su Corazón. El misterio escondido en Dios está abierto en el Corazón de Jesús.

In Hoc Signo Vinces

Para señalar la importancia, actualidad y necesidad para nuestros días cita un texto de la Encíclica Annum Sacrum de León XIII, escrita con ocasión de la consagración del mundo al Corazón de Jesús. In Hoc Signo Vinces.

11 - Cuando la Iglesia estaba oprimida con el yugo de los Césares en sus tiempos primitivos, fue manifestada una cruz en lo alto al joven emperador, que fue, por cierto, auspicio y causa de la gloriosí­sima victoria que después obtuvo. He aquí otra señal que hoy se ofrece a Nuestros ojos, excelsa y divinísima, es a saber: el Sacratísi­mo Corazón de Jesús, con la cruz por remate y resplandeciente de llamas entre esplendísimos fulgores. En El se han de cifrar, pues, todas las esperanzas; a Él se ha de rogar y de El hemos de aguardar la salvación de los hombres.

¿Qué es el Sagrado Corazón?

La mejor manera de entender lo que es, será decir sencillamente cómo tuvo comienzo esta devoción. En el Convento de la Visitación de Paray-Le Monial, en Francia, había una monjita ignorada lla­mada Sor Margarita María de Alacoque. Era humilde, paciente, callada; pero te­nía una cosa extraña que alarmaba a sus hermanas: decíase entre ellas que se le aparecía con frecuencia el Señor.

Aquel día, un día infraoctava del Santísimo Sacramento (16 de junio de 1675), transcurría... y según se hallaba en la penumbra de su capilla ante el Señor solemnemente expuesto, vio delante de sí al divino Salvador, que mostrándole su Corazón le dijo así:

«He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor; y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios, y por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de amor. Pero lo que me es más sensible es que son corazones que me están con­sagrados los que me tratan así. Por esto te pido que sea dedicado el pri­mer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día, y reparando su honor por medio de un acto de des­agravios, para expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que ha estado expuesto en los altares. Te prometo también que mi Corazón se dilatará para derramar con abundan­cia las influencias de su divino amor sobre los que le rindan este honor; y sobre todos los que procuren que le sea tributado.»

(Gauthey, Autobiografía de Santa Margarita, II, núm. 92.)

Es Jesucristo

Es Jesucristo un Rey admirable: en su cabeza la corona de oro y pedrería de la triple tiara, premio de su antigua corona de espinas; en sus manos la Cruz. Y con suave y viril gesto de con­quista levanta su mano hacia el anhelo invisible de las llanuras. Ante vosotros el mundo: Jesucristo os invita a rega­lárselo a Él.
Con el Corazón abierto

El Sagrado Corazón no es Jesucristo simplemente: es Jesucristo con el Corazón abierto, es Jesucristo desde el punto de vista del Corazón.

Estaba el Señor en la Cruz. Aún los soldados romanos en torno vigilaban, unos sentados, otros en pie, todos aten­tos a las misteriosas circunstancias de aquel Crucificado, cuando Él se afianzó en la Cruz, levantó sus ojos al cielo, y dando un clamor inclinó la cabeza. Lle­gaba un soldado con orden de romper las piernas a los crucificados para rema­tarlos de este modo. Acercóse a Jesús, y viendo su rostro amarillo y su inmo­vilidad, interrogó a los demás con la mirada. «Ha muerto», le dijeron. Pero él, como quien quiere cerciorarse, tomó una lanza del suelo, la blandió con fuer­za, y fue a clavarla en el costado de Jesús. Tembló el cuerpo de la sacudida, y al retirar la lanza salió tras ella «san­gre y agua». Había quedado roto el Co­razón divino y su última generosidad era dar por la herida la sangre preciosa que lava y redime.

Desde aquel momento, para siempre, Jesucristo era: Jesucristo con el Cora­zón abierto.

Las cuatro insignias reales

El Sagrado Corazón es Jesucristo con el Corazón abierto. Es el Corazón ver­dadero y real, el Corazón de carne y sangre de Jesucristo lo que honramos. Pero habrás advertido que cuando se representa este Sagrado Corazón suele ponérsele algunas señales especiales. No es un Corazón sencillamente, sin más. Es un Corazón con una herida, y una corona de espinas ciñendo su vuel­ta, ardiendo en llamas, y con una cruz en medio de ellas clavada en el mismo Corazón. Éstas son las cuatro insignias del Sagrado Corazón.

Las llamas significan lo ardiente del amor con que Jesús nos ama. Y es que el amor cuando es muy intenso parece fuego. Por eso se dice que es ardiente, abrasado... El Corazón de Jesucristo es un verdadero horno encendido.
En el desierto vio Moisés una zarza que estaba ardiendo y nunca se quema­ba.
«Nuestro Dios es fuego.» Por eso se apareció en forma de fuego el Padre en la zarza ardiente: y después en Pente­costés el Espíritu Santo se apareció en lenguas de fuego; ¿qué cosa más natural que también la segunda persona, que es el Hijo, se apareciese con fuego en el Corazón? Nuestro Dios es fuego quiere decir Nuestro Dios es amor. Y por eso el Corazón de Jesús, que representa el amor, arde: arde la zarza de su corona de espinas, y nunca acaba de quemarse porque Jesús nunca deja de amar.

La cruz significa todos los sufrimien­tos que Jesús ha padecido por nosotros. Sufrimientos de la flagelación, del dolor del alma, de la tristeza... Pero sobre todo aquellas tres horas que estuvo col­gado de una verdadera cruz, con tanta sed, con tantos dolores y angustias.

Las espinas que con un doloroso abrazamiento rodean este Corazón sig­nifican cómo le duelen nuestros peca­dos. Nuestras ingratitudes le punzan, nuestros pecados le desgarran.

La herida significa que su Corazón está abierto para nosotros, y también que los hombres le han herido con su ingratitud.
«Fue abierto el Corazón, dice el Pre­facio de la misa del Sagrado Corazón, para derramar sobre nosotros torrentes de misericordia y de gracia, y para que fuese descanso de los hombres piadosos y refugio de los arrepentidos.»

El último esfuerzo

Dijo Nuestro Señor Jesucristo a San­ta Margarita María que la devoción del Sagrado Corazón era el último esfuerzo que su amor hacía para salvar al mundo de la ruina en que había caído.
Jesucristo murió por los hombres, con lo cual todos los que quisieran po­dían salvarse. Y continuamente estaba haciendo esfuerzos para que se aprove­chasen de su Sangre, derramada con tantos dolores. Se quedó en la Eucaris­tía, les enseñó a orar, sudó, trabajó, lloró: todo esto eran esfuerzos para sal­var a los hombres. Murió por ellos: era el último esfuerzo de su vida mortal. Después de su resurrección fundó la Iglesia, subió a los cielos, inspiró a los Evangelistas que escribiesen los Evan­gelios: eran nuevos esfuerzos para sal­varlos, para que se aprovechasen de su muerte. Pero nada bastaba. Y entonces hizo el último esfuerzo, les enseñó su mismo Corazón herido

Como una Redención amorosa

Dijo el Señor a Santa Margarita, la Evangelista de su Corazón, que esta de­voción era como una Redención amoro­sa para arruinar el imperio de Satanás sobre el mundo.

Redención no hay más que una: la que Jesucristo efectuó en la Cruz, borrando nuestros pecados. Pero esa Redención para estar completa necesita ver el fruto logrado en las al­mas de los redimidos

Segunda Parte: la devoción del sagrado corazón

Qué es tener devoción al Sagrado Corazón

Tener devoción al Sagrado Cora­zón es:

I.—Amar al Sagrado Corazón con todas nuestras fuerzas.
II.—Reparar las ofensas que le ha­cemos, y las que los demás hom­bres le hacen.

Esto es lo principal, pero también, y como consecuencia, es:

III.—Consolar al Señor en sus tris­tezas.
IV.—Confiar en Él, pese a todos los pesares.
V.—Imitarle en todas sus virtudes.
VI.—Hacer apostolado, propagando su devoción.
VII.—Practicar las devociones relati­vas a su Sagrado Corazón, dán­dole culto.

Y como resumen de todo, es:

VIII.—Consagrarse al Sagrado Corazón.

Apéndice

Promesas
Principales formas de esta devoción
:

a) las letanías del Corazón de Jesús

b) Ofrecimiento de obras diario del Apostolado de la Oración

c) Acto de Reparación prescrito por Pío XI

d) Fórmulas de consagración personal


Algunos textos del Magisterio de la Iglesia sobre la devoción al Corazón de Jesús

Annum Sacrum

2- La aprobadísima devoción acerca del Sacratísimo Corazón de Jesús, hemos procurado defenderla y colocarla en grande esplendor más de una vez, a ejemplo de Nuestros Antecesores Inocencio XII, Benedicto XIII, Clemente XIII, Pío VI, VII y IX, y esto hicimos con mayor intensidad en decreto dado el 28 de Junio de 1879 cuando elevamos a rito de primera clase la festividad de tal título y advoca­ción.
No obstante, no es ella nueva ni se emplea ahora por vez primera, puesto que hace veinticinco años, con ocasión del solemne centena­rio del celestial mandato confiado a la Beata Margarita María de Alacoque, de propagar la devoción del Sagrado Corazón


Miserentíssimus Redemptor

2. Entre todos los testimonios de la infinita benignidad de nuestro Redentor resplandece singularmente el hecho de que, cuando la caridad de los fieles se entibiaba, la caridad de Dios se presentaba para ser honrada con culto especial, y los tesoros de su bondad se descubrieron por aquella forma de devoción con que damos culto al Corazón Sacratísimo de Jesús, «en quien están escondidos todos los tesoros de su sabiduría y de su ciencia» (4).
Pues, así como en otro tiempo quiso Dios que a los ojos del humano linaje que salía del arca de Noé resplandeciera como signo de pacto de amistad «el arco que aparece en las nubes» (5), así en los turbulentísimos tiempos de la moderna edad, serpeando la herejía jansenista, la más astuta de todas, enemiga del amor de Dios y de la piedad, que predicaba que no tanto ha de amarse a Dios como padre cuanto temérsele como implacable juez, el benignísimo Jesús mostró su corazón como bandera de paz y caridad desplegada sobre las gentes, asegurando cierta la victoria en el combate.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús

3. Y con razón, venerables hermanos; pues en este faustísimo signo y en esta forma de devoción consiguiente, ¿no es verdad que se contiene la suma de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta, como que más expeditamente conduce los ánimos a conocer íntimamente a Cristo Señor Nuestro, y los impulsa a amarlo más vehementemente, y a imitarlo con más eficacia? Nadie extrañe, pues, que nuestros predecesores incesantemente vindicaran esta probadísima devoción de las recriminaciones de los calumniadores y que la ensalzaran con sumos elogios y solícitamente la fomentaran, conforme a las circunstancias.

Haurietis Aquas
Pero entre todos los promotores de esta excelsa devoción merece un puesto especial Santa Margarita María Alacoque, porque su celo, iluminado y ayudado por el de su director espiritual —el beato Claudio de la Colombiere—, consiguió que este culto, ya tan difundido, haya alcanzado el desarrollo que hoy suscita la admiración de los fieles cristianos, y que, por sus características de amor y reparación, se distingue de todas las demás formas de la piedad cristiana.

2º.- LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS EN EL PONTIFICADO DE JUAN PABLO II

El Papa Juan Pablo II a lo largo de su pontificado hizo un esfuerzo por difundir en la Iglesia la devoción al Corazón de Jesús, desde sus fundamentos bíblicos, patrísticos y magisteriales, pero también siguiendo las revelaciones a santa Margarita María de Alacoque en Paray le Monial en el siglo XVII, tal y como la misionera del Corazón de Jesús, con la ayuda de san Claudio de la Colombière, difundió en la Iglesia y fuera de ella con la ayuda de quienes eligió el mismo Corazón de Jesús.

Se puede decir que transmitir a toda la Igle­sia la devoción al Corazón de Jesús, junto con la devoción al Corazón Inmaculado de María, ha cons­tituido una preocupación fundamental en su magiste­rio y su acción pastoral en su pontificado, también el haber dejado constancia de que la Eucaristía y la Inmaculada Concepción son las dos columnas en las que se salva del naufragio la Iglesia Católica.
El Papa fue elegido el 16 de octubre de 1978 (festividad de Santa Margarita María de Alacoque) y podemos señalar cronológicamente los siguientes actos magisteriales relacionados con la Devoción al Corazón de Jesús:

1979. Encíclica Redemptor hominis del 4 de marzo; Alocución del 22 de junio: «Aprendamos a conocer el misterio del Corazón de Cristo». El ángelus tras la fiesta del Sagrado Corazón: «la fiesta del Sagrado Corazón, actualidad siempre viva».

1980. Encíclica Dives in misericordia 30 de noviembre. El Papa en Montmartre (1 de junio): «El amor del Corazón de Jesús envuelve al mundo entero».

1982. Consagración del mundo al Corazón Inma­culado de María en Fátima (13 de mayo) - Medita­ciones de las letanías al Corazón de Jesús en los án­gelus dominicales (mes de junio).

1984. Consagración del mundo al Corazón Inma­culado de María en Roma (25 de marzo) - Solemne acto en colegialidad con los obispos de todo el mun­do - Homilía en Misa celebrada en el policlínico Gemelli de Roma (28 de junio): «el misterio del Corazón de Cristo». Medita­ciones de las letanías al Corazón de Jesús en los án­gelus dominicales (mes de junio).

1985. Alocución a los directores nacionales del Apostolado de la Oración (13 de abril) - «El Apos­tolado de la Oración tesoro del Corazón de Cristo, tesoro del corazón del Papa» - Durante los meses de junio, julio y agosto - Meditaciones de las leta­nías al Corazón de Jesús en los ángelus dominicales.

1986. Visita a Paray-le-Monial - Homilía a los peregrinos; carta al prepósito general de los jesuitas en la capilla del entonces beato Claudio la Colombière y alocución a las religiosas visitandinas del monasterio de la Visitación, donde tuvieron lugar las apariciones del Corazón de Jesús.

1992. Canonización del beato Claudio la Colombière (31 de mayo)

1997. Proclamación de santa Teresa de Lisieux como doctora de la Iglesia universal (19 de octubre)

1999. Conmemoración del centenario de la Con­sagración del mundo al Corazón de Jesús realizada por León XIII (Mensaje desde Polonia el 11 de junio y carta con motivo de la peregrinación a Paray).

2000. Canonización de la beata Faustina Kowalska e institución de la fiesta de la Misericor­dia divina (30 de abril).

2002. Consagración del mundo a la Misericordia divina en Polonia (17 de agosto)..