miércoles, 2 de julio de 2014

EL CORAZÓN DE JESÚS, LA JUSTIFICACIÓN, EL MÉRITO Y LA GRACIA ACTUAL

EL CORAZÓN DE JESÚS, LA JUSTIFICACIÓN, EL MÉRITO Y LA GRACIA ACTUAL

I.- EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA JUSTIFICACIÓN

1. MEDIOS POR LOS CUALES COMUNICA EL CORAZÓN DE JESÚS LA VIDA DIVINA. LA JUSTIFICACIÓN

El Corazón de Jesús es la vida de nuestras almas no sólo por los sacramentos, sino también, y de una manera más inmediata, por la justificación, por el mérito y por la gracia actual.

2. MEDIOS DE JUSTIFICACIÓN: SACRAMENTO UNIVERSAL.

Será una especie de sacramento universal, de una eficacia más infalible aún que la de los otros sacramentos y cuyo ministro será el Corazón de Jesús. Nos referimos a la gracia de la caridad.

Desde el momento que un pecador, sea católico, hereje o infiel, hace un acto de verdadera caridad, todos los pecados le son perdonados, es justificado y regenerado, es hecho hijo de Dios y heredero del cielo.

3. CONDICIONES PABA QUE LA CARIDAD OBRE TALES MARAVILLAS.

a.- Lo que se exige y basta para la contricción perfecta es: que el arrepentimiento nazca de la verdadera caridad, que se deteste el pecado no tan sólo por ser mancha del alma, privación de gloriosas prerrogativas y merecedor del infierno, sino principalmente porque ultraja la bondad de Dios, hiere al Corazón de Jesús y corresponde a sus beneficios con la más negra de las traiciones.

b.- Exige que el pecador estar seriamente resuelto a recibir el Bautismo, si fuera pagano, o a confesarse, si ya estuviera bautizado; pues la gracia interior no podría dispensarse de los ritos exteriores.

II.- EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MÉRITO

1. LA JUSTIFICACIÓN Y EL MÉRITO

El Divino Corazón quiere que se centuplique en el pecador el tesoro de la gracia que le convierte a su Dios; quiere santificarle, una vez le ha justificado.

2. ¿QUÉ ES EL MÉRITO?

Es el capital del cristiano y, por ende, el fruto del trabajo pasado, la garantía y medida de su felicidad futura y su verdadera fortuna presente.

3. EL AUMENTO DEL MÉRITO.

El alma enriquecida con mayores méritos gana más, haciendo los mismos actos, que la que tenga menos gracia santificante.

Todo aumento de mérito lleva consigo necesariamente un aumento proporcional de caridad.

4. ¿DÓNDE CONSERVA EL CRISTIANO SU MÉRITO? - EN EL CORAZÓN DE JESÚS.

Los actos humanos meritorios no son puramente humanos, también son actos de Jesucristo, ya que el corazón del cristiano fue el principio segundo e inmediato, y el Corazón de Jesús la causa primera y principal.

En ese Divino Corazón, pues, como en un tesoro inaccesible a los ladrones y a la herrumbre, están reunidos y conservados todos los actos hechos bajo su influjo, todos los méritos adquiridos con su gracia.

III.- EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA GRACIA ACTUAL

1. RELACIÓN ENTRE LA JUSTIFICACIÓN, EL MÉRITO Y LA GRACIA ACTUAL.

La justificación y el mérito son los dos presentes más estimables de la divina bondad, los dos procedimientos de divinización, por medio de los cuales comunica el Corazón de Jesús a las almas. Por la justificación nos hacemos hijos de Dios.

2. DIFERENCIA ENTRE LA GRACIA HABITUAL Y LA ACTUAL.

La gracia habitual es la vida divina de esa alma, en la cual permanece mientras el pecado no la destruya; no es una operación sino un estado, de tal manera que, aunque el justo se de a la ociosidad, se entregue al sueño, pierda la cabeza por efecto de la locura o de la vejez, no queda privado de la vida divina.

3. EL CRISTIANO HA DE ACRECENTAR SU VIDA DIVINA POR MEDIO DE LA GRACIA ACTUAL.

La gracia actual continúa obrando en el alma aun después que ésta ha correspondido a sus primeros impulsos. Antes era preveniente, ahora concomitante; y la misma será también cuando, después de haber iniciado y mantenido el acto de la voluntad, coopere con ella en la producción de obras exteriores y se convierta en gracia subsecuente.

4. EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA TRIPLE ACCIÓN DE LA GRACIA ACTUAL.

Es dogma de fe que Jesucristo, en cuanto Cabe¬za nuestra y por ende en cuanto hombre, es la fuente de todos los dones sobrenaturales.

5. LOS JUSTOS Y PECADORES Y LA GRACIA ACTUAL.

La gracia actual tanto se da a los pecadores como a los justos; más aún, con frecuencia no es menos eficaz en los primeros que en los segundos.

Jesucristo se ha comprometido a no rehusar a nadie la gracia actual.

Conclusiones prácticas

I.- LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS FORMA PRACTICA DE NUESTRA DIVINIZACIÓN

1. EL CORAZÓN DE JESÚS ES EL PRINCIPAL INSTRUMENTO DE NUESTRA DIVINIZACIÓN.

Es obra de la Trinidad toda entera; pues Dios Padre nos adopta como hijos, y se une a nuestras almas el Espíritu Santo, elementos esenciales de nuestra divinización. Es de advertir no obstante, que el Divino Espíritu se nos comunica por medio de Jesucristo, y, únicamente por estar incorpora¬dos en Él, Dios Padre nos reconoce y ama como a hijos suyos.

Jesucristo nos da su Espíritu por un acto entera¬mente libre y constantemente renovado de su amor. A su Corazón, pues, órgano de su amor, somos deudores de nuestra vida divina y de todas nuestras riquezas sobrenaturales.

2. EL CORAZÓN DE JESÚS ES LA CAUSA DETERMINANTE DE NUESTRA DIVINIZACIÓN

Cristo es el mediador universal, el mediador supremo, el mediador único: mediador universal, porque por Él se reparten los dones de Dios a sus criaturas; media¬dor único, porque ninguna criatura puede ir a Dios sino por Él; mediador supremo.

3. EL CORAZÓN DE JESÚS ES, ADEMÁS DE NUESTRO MEDIADOR, NUESTRO SUMO SACERDOTE.

Jesucristo es nuestro soberano sacerdote, y ejer¬ce su sacerdocio por medio de su Corazón. El sacer¬dote es el mediador del orden sobrenatural. Todo, pues, lo que se hace en la Iglesia para la san¬tificación de las almas se hace por la virtud del Corazón de Cristo.

4. EL CORAZÓN DE JESÚS SIMPLIFICA Y FACILITA LA OBRA DE NUESTRA SANTIFICACIÓN Y LA HACE MÁS AMABLE Y ATRACTIVA.

La perfección no se nos ha mostrado en tablas de piedra; la ley de la santidad ha sido escrita para nosotros en las tablas vivas de un corazón de carne: en el Corazón de Jesús, ley viva de nuestra santificación.

II.- EL CORAZÓN DE JESÚS ES EL CORAZÓN DIVINO DE CADA CRISTIANO

1. ¿QUÉ ES UN CRISTIANO?

El cristiano ha nacido dos veces, y tiene dos existencias y dos naturalezas.

Jesús, Hijo único de Dios y Esposo de la Iglesia, inspiró a su queridísima Esposa el deseo de afiliar a ese niño, hijo de los hombres, a la familia de los hijos de Dios. Tomóle, pues, la Iglesia, y por el Bautismo, metióle en su propio seno y le unió por consiguiente a Jesucristo; desde entonces el niño comenzó a ser animado del Espíritu de Jesucristo y a vivir de su vida. No dejó de ser hom¬bre, pero vino a ser algo más que hombre.

2. EL CRISTIANO TIENE DOS CORAZONES.

Si es verdad que hemos nacido dos veces y que tenemos dos vidas, es igualmente verdadero que tenemos dos corazones: el uno de carne, recibido de nuestros padres según la carne, terreno por su origen y también por sus tendencias.

El Corazón Divino es real y verdaderamente nuestro; tan realmente, como que somos miembros del Divino Salvador.

Podemos, pues, decir con toda verdad que tenemos dos corazones.

3. DOS CONCLU¬SIONES PRÁCTICAS DE GRANDÍSIMA UTILIDAD.

a.- Dios no tiene otro ideal ni deseo que darse enteramente a nosotros en Jesucristo: primera-ley, que debe ser para nos¬otros fuente de inquebrantable confianza.

b.- Mas, no quiere dársenos en Jesucristo, sino en el grado en que nos entreguemos enteramente a Él por Jesucristo: segunda ley, que debe aguijonear sin tregua nuestra actividad.

4. FUNCIONES DEL CORAZÓN DIVINO EN EL CUERPO MÍSTICO DEL SALVADOR.

El Corazón de Jesús quiere, pues, trabajar en nosotros, pero con nosotros, para producir fruto. El Corazón de Jesús hace en el cuerpo místico del Salvador lo que el corazón de cada hombre hace en el organismo físico.

5. ¿COMO NOS HACE NACER A LA VIDA DE DIOS EL CORAZÓN DE JESÚS? MODO DE CONOCER NUESTRA NUEVA EXISTENCIA DIVINA.

El Corazón de Jesús nos amó, y amándonos, nos envió el Di¬vino Espíritu, que es su vida y que debe también ser la nuestra. El agua del Bautismo y la palabra de la Iglesia sirvieron de vehículo al Divino Espíritu; pero el amor de Jesús fue el que dio al agua y a la palabra su divina eficacia; mientras el sacerdote derramaba el agua sobre nuestra cabeza y nos bautizaba, el Corazón de Jesús, con una de sus palpitaciones divinas, enviaba a nuestro corazón el Espíritu que le anima; y desde entonces nos¬otros, que poco antes estábamos muertos, quedamos transformados y vivos.

6. ¿QUÉ DEBEMOS HACER NOSOTROS PARA QUE EL CORAZÓN DE JESÚS REALICE SU OBRA?

Ante todo, conformar nuestros pensamientos con los de Dios y adaptarnos al plan de su providencia, concentrando, como Él lo ha hecho, en el Co¬razón de Jesús, toda la obra de nuestra santificación: persuadirnos bien, lo cual es absolutamente cierto, que el Divino Corazón, preocupado sin cesar por nuestros intereses, tiene un plan cuyo cumplimiento es la condición de nuestra felicidad temporal y eterna.

Cuantas son las almas, tantas son las vocaciones; si todos, los santos deben parecerse al divino modelo, ninguna de esas copias vivas se ha de ase¬mejar enteramente a la otra; de la armonía entre esta diversidad infinita de imágenes y la xmidad del divino modelo, resulta la incomparable belleza del cuerpo místico, cuya cabeza es Jesucristo y cuyos miembros somos nosotros.

Cuando tengamos el conocimiento general de los planes del Corazón de Jesús, habrá que atender a la aplicación práctica en todos los casos particulares de la vida. Y por eso nos es indispensable la continua asistencia del Divino Corazón,-la cual no nos faltará jamás.

Hemos, pues, de tener siempre los ojos dirigidos a Él y decirle con San Pablo: Señor, ¿qué queréis que haga?

¡Oh! Sí, que nuestro gran trabajo, que nuestra sola preocupación sea llegar aquí en la tierra al estado dichoso en que podamos repetir sincera¬mente con el Apóstol: Vivo ego, iam non ego, vivit vero in me Christus. «Vivo yo, mas no yo, Jesucristo es el que vive en mí».

A. M. D. G

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