domingo, 12 de enero de 2014

El Corazón de Jesús obra nuestra divinización

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ENRIQUE RAMIÉRE, S. I. EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA DIVINIZACIÓN DEL CRISTIANO INTRODUCCIÓN Et vita manifestata est, et vidimus, et testetmur, et annuntiamus vobis vitam aetemam, quae erat apud Patrem, et apparuit nobis.—Quod vidimus et audivimus, annuntiamus vobis, ut et vos societatem habeatis nobiscum, et societas nostra sit cum Patre, et cum Filio eius lesu Christo. (1 lo. I, 2, 3.) § 1. MENSAJE DIVINO ANUNCIADO AL MUNDO POR LOS APÓSTOLES: LA DIVINIZACIÓN DE LOS HIJOS DE LOS HOMBRES POR EL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE. Todos nosotros, uniéndonos a este Hijo único Io. V, 20, podemos llegar a ser, no sólo de nombre, sino tam¬bién de hecho, hijos de Dios 1 Io. III, I. El mensaje, pues, que los Apóstoles estaban encargados de anunciar a todos los pueblos de la tierra, y a todas las generaciones de la humanidad, es, como acabamos de oír, la divinización de los hijos de los hombres, por medio del hijo de Dios hecho hombre. He ahí el se¬creto comunicado confidencialmente al Discípulo amado mientras reposaba su cabeza en el Corazón del Salvador. No es, pues, de maravillar que, admi¬tido hasta el santuario en donde el misterio se efec¬tuó, nos lo haya revelado más claramente que los otros evangelistas; pues con más verdad que los otros puede decir: «La vida eterna que estaba en el seno de Dios, la hemos visto y palpado», y venimos, como testigos de vista, a manifestaros sus resplan¬dores. § 2. ESCASO NÚMERO DE LOS QUE COMPRENDEN ESTE MEN¬SAJE; LOS QUE LO ADMITEN, NO LO ACEPTAN EN TODA SU MAGNIFICENCIA. Este mensaje notificado a todos los cristianos no es, por desgracia, cabalmente entendido sino por muy pocos. No quieren creer que un Dios que ha padecido y muerto por ellos, les ame hasta el punto de hacerles vivir de su vida y gozar de su propia felicidad.. § 3. MUCHOS CRISTIANOS, AUN DE LOS TENIDOS POR INSTRUÍDOS, LO ENTIENDEN MAL. Elegid un cristiano, aun de los más piadosos e instruidos, y preguntadle cómo entiende la divina adopción a la que ha sido elevado por el bautismo. Probablemente os responderá que él ve en eso una misericordiosa ficción, análoga a la adopción que se usa entre los hombres. Semejante manera de concebir la vocación del cristiano rebaja infinitamente su sublimidad. Han sido derramados en nuestros corazones los do¬nes del Espíritu Santo, mas con ellos se nos ha dado realmente al mismo Espíritu Santo. No solamente estamos sobre nuestra naturaleza, sino también so¬bre toda naturaleza; en una palabra, estamos real¬mente divinizados, somos capaces de hacer actos verdaderamente divinos y de merecer una felicidad cuyo objeto es el mismo Dios. §6. PROPÓNESE LA MATERIA DE LA PRESENTE OBRA: EL CORAZÓN DE JESÚS ES LA VIDA DEL CRSTIANO Si la función propia del corazón es conservar la vida, no hay duda que nuestro muy amado Salva¬dor, exhortándonos a honrarle bajo el emblema de su Divino Corazón, tuvo principalmente ante los ojos hacernos entender que Él era el principio de nuestra vida sobrenatural. Ese es, en efecto, como en las siguientes páginas demostraremos, el verda¬dero sentido de la devoción al Sagrado Corazón, y por eso precisamente se deriva esta devoción de la esencia misma de la religión cristiana. ¿Qué nos enseña esta santa religión? Que, en vir¬tud de la Encarnación del Hijo de Dios, todos los hombres están llamados a vivir una vida verdade¬ramente divina, cuyo principio es el Hombre-Dios, quien, después de haberlos santificado en la tierra, les hará gozar en el cielo de la felicidad de Dios. Dogma capital, compendio de todos los artículos de nuestra fe, sobre el cual se funda toda la moral cristiana, y cuya realización debe llevarse al cabo mediante todos los ejercicios de nuestro culto. § 7. DOGMA SUBLIME, CAPITAL, CONSOLADOR, ALENTADOR... Si esta unión real de nuestras almas con Nues¬tro Señor Jesucristo por el Espíritu de Dios, esta inhabitación substancial del Divino Espíritu en nos¬otros, esta vida divina que nos ha sido dada en el Bautismo y aumentada por los otros sacramentos, no son vanas palabras, antes al contrario, es la más real de las realidades, es evidente que no hay entre los dogmas de la religión cristiana otro más sublime, consolador y digno de nuestra meditación. § 8. DOGMA ENSEÑADO CON CLARIDAD E INSISTENCIA POR EL SEÑOR Y SUS APÓSTOLES. El misterio de nuestra unión con Él es el tema principal del discurso que el divino Maestro dirige después de la cena a sus discípulos. Ha llegado el momento de darles las últimas encomiendas, y de mostrarles su amistad, revelándoles todo lo que aprendió de su Padre. Hasta entonces no les ha podido hablar sino en figuras; pero ahora les ha preparado, por medio de la participación del sa¬cramento de su amor, para oír el gran secreto de su amor, para aprender que no son más que una sola cosa con Él, y que la unión en la misma vida ha de llegar a ser tan íntima que se asemeje a la del Padre y del Hijo en una sola naturaleza. § 9. CUAN BIEN ENTENDÍAN Y VIVÍAN ESTA DOCTRINA LOS ANTIGUOS CRISTIANOS. Los escritos de los Padres más antiguos están llenos de esta doctrina. Pero, en el siglo iv sobre todo, fue desarrollada con claridad incomparable, cuando el espíritu de mentira quiso oscurecer, con la herejía de Macedonio, el dogma de la divinidad del Espíritu Santo. Los doctores que Dios suscitó para combatir esta herejía: San Basilio, San Gre¬gorio Nacianceno, Dídimo de Alejandría y en es¬pecial San Cirilo, toman sus principales argumen¬tos de la presencia real del Divino Espíritu en las almas, y de los efectos del todo divinos que en ellas obra. ¿Cómo, dicen ellos, uno que no sea Dios podría deificar las almas, hacerlas vivir de una misma vida divina, por más separadas que estén las unas de las otras? Y para demostrar la verdad de esta deificación que el Espíritu de Jesucristo produce en nosotros, sírvense de las más vivas com¬paraciones. Ni la unión del vino con el agua, ni la del perfume con la tela por él penetrada, ni la del fuego con el hierro inflamado y hecho ascua, ni la de dos trozos de cera juntamente fundidos, les pa¬rece bastantemente íntima para dar a entender la intimidad y eficacia de la unión del Divino Espí¬ritu con el alma del cristiano § 10. ACONTECIMIENTO QUE VA A RENOVAR LA IMPORTANCIA QUE ESTE DOGMA PARECÍA HABER PERDIDO. OBS¬TÁCULO: EL JANSENISMO. Era a principios del siglo XVII. Disponíase Sata¬nás a dar un doble ataque que debía sobrepujar en violencia a todas las pasadas luchas. Por una par¬te, quería, por medio del jansenismo, destruir la piedad, exagerándola, y hacer imposible la unión del alma con Dios, trocando en desesperación la humildad cristiana. Por otra, valiéndose del filo¬sofismo, intentaba destruir la fe y enaltecer tanto la razón del hombre, que éste acabara por menos¬preciar la unión a la que su Dios le destinaba. Pre¬cisamente cuando va a comenzar esta doble gue¬rra, revela Jesucristo a Santa Margarita María la devoción a su Divino Corazón, y hace aparecer una valerosa falange de santos sacerdotes a quie¬nes da la misión de poner de manifiesto el dogma de su unión con los cristianos. Hubo un momento en que se creyó con funda¬mento que el misterio del divino amor iba, como foco ardiente, a irradiar sus abrasadores rayos so¬bre el clero francés entero, y por medio del clero sobre los fieles, y por medio de Francia sobre todo el mundo cristiano. Mas ¡ay! Las tinieblas de la herejía vinieron pronto a impedir la irradiación bienhechora; no sólo los fieles, sino también el cle¬ro y algunas Órdenes Religiosas se dejaron conta¬minar con los nuevos errores. La doctrina tan católica de la inhabitación real del Espíritu Santo en las almas es desacreditada por el abuso que de ella hace el jansenismo; el gran movimiento de renovación religiosa, cuyo comien¬zo había visto el siglo XVII, apenas sobrevivió a sus promotores, y al cabo de un siglo, Francia casi no ejerce más influjo en el mundo que el de su in¬credulidad. § 11. OBSTÁCULOS VENCIDOS. Sin embargo, el Corazón de Jesús no ha sido vencido; y, si nuestra nación faltó hace dos siglos a su misión, ya reparará su felonía. No se arre¬piente Dios de hacer beneficios, y cuando Él llama sabe hacerse obedecer. Ha llegado la hora en la que, la revelación hecha a la bienaventurada hija de San Francisco de Sales, va a producir sus fru¬tos; y al mismo tiempo que la devoción al Cora¬zón de Jesús, como germen largo tiempo escondido en el suelo, sale a flor de tierra y la cubre; la teo¬logía del Corazón de Jesús aparece asimismo y es calurosamente acogida. El jansenismo está vencido; aunque la falsa fi¬losofía tiene aún echadas muy hondas raíces en muchas inteligencias, no puede, sin embargo, de¬jar de ser un conglomerado de sistemas y sofismas. Sólo nosotros, escritores católicos, hemos de pre¬sentar a las almas una doctrina a la vez nueva y antigua, tan sabrosa para el corazón como luminosa para el entendimiento. Abracémosla con el enten¬dimiento y también con el corazón. Amando, más aún que estudiando, se llega a comprenderla. Ame¬mos, pues, y amemos cada día más; así entende¬remos mejor de día en día con cuánta verdad es el Corazón de Jesús nuestra vida . Escribe el resto de tu post aquí.