martes, 27 de mayo de 2014

EL CORAZÓN DE JESÚS, LA JUSTIFICACIÓN, EL MÉRITO Y LA GRACIA ACTUAL

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El Corazón de Jesús y los sacramentos: Penitencia; Unción; Orden; y Matrimonio”

EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA PENITENCIA

 1.- LA EUCARISTÍA Y PENITENCIA LOS SACRAMENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS. La Penitencia, como la Eucaristía, merece ser llamada el misterio del amor, el sacramento del Corazón de Jesús. La Eucaristía es el misterio del amor hasta el don entero de sí mismo; la Penitencia es el miste¬rio del amor indulgente hasta el entero olvido de sí mismo. La lucha del hombre contra el pecado durará toda su vida terrena.

 2.- LA PENITENCIA, CONCILIACIÓN DE DOS INTERESES AL PARECER ENCONTRADOS La primera maravilla obrada por el Corazón de Jesús en el sacramento de la Penitencia es la perfecta conciliación de los dos intereses de los hom¬bres: el de la gloria de Dios y el del hombre pecador; la conservación de la ley y la salvación del violador de la ley; la reparación del crimen y la conserva¬ción del criminal. Sólo Jesucristo, el Santo de los Santos, dio con el equilibrio y estableciólo por un sacramento que, a primera vista, parecía tender a la destrucción de toda santidad y justicia.

 3.- EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA DESTRUYE EL PECADO. El poder del Corazón de Jesús ha hecho este mi¬lagro de destruir el pecado, aunque no único. Sacrificando en apa¬riencia todos sus derechos por la salvación del pe¬cador; la misericordiosa justicia de Dios ha mirado, más eficazmente de lo que la justicia de los hom¬bres ha podido hacerlo, por la destrucción del pe¬cado. Lejos de multiplicar los crímenes ha destruido las raíces más profundas de ellos; pues, por dondequiera que haya estado en vigor, ha hecho inútiles no sólo los cadalsos sino también los presidios.

 4.- LA PENITENCIA CAMBIA LAS MALDADES EN MATERIA DE MÉRITO. El sacramento de la Penitencia no sola¬mente destruye todas las iniquidades y sana todas las enfermedades y muertes del alma, sino que cambia las maldades en materia de mérito y nos hace encontrar, hasta en la muerte, un medio de vida. El pecador se encuentra, pues, al levantarse, tan rico como era antes de caer.

 5. CON RAZÓN SE ATRIBUTEN AL CORAZÓN DE JESÚS ESTOS MILAGROS DE SJISERICORDIA .CONCLUSIÓN.

Atribuímos al Corazón de Jesús estos milagros de misericordia; pues Él y sólo Él es juntamente el principio inme¬diato y la causa remota de los buenos efectos pro¬ducidos por el sacramento de la Penitencia. No nos acerquemos nunca a ese tribunal de miseri¬cordia sin recordar aquella noche afrentosa de Getsemaní, en la cual el Corazón de Jesús sintióse aplastado de tal manera por su enorme peso que un sudor de sangre manó por todo el cuerpo, empapó sus vestidos e inundó el suelo. Esta misma sangre se derrama hoy sobre nosotros.

 CATECISMO IGLESIA CATÓLICA RESUMEN
 1486 El perdón de los pecados cometidos después del Bautismo es concedido por un sacramento propio llamado sacramento de la conversión, de la confesión, de la penitencia o de la reconciliación.
1487 Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva.
1488 A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.
1489 Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás. 1490 El movimiento de retorno a Dios, llamado conversión y arrepentimiento, implica un dolor y una aversión respecto a los pecados cometidos, y el propósito firme de no volver a pecar. La conversión, por tanto, mira al pasado y al futuro; se nutre de la esperanza en la misericordia divina. 1491 El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el penitente, y por la absolución del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la confesión o manifestación de los pecados al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y las obras de penitencia. 1496 Los efectos espirituales del sacramento de la Penitencia son: — la reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; — la reconciliación con la Iglesia; — la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; — la remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado; — la paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual; — el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.

 EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA ¬UNCIÓN

1.- LA UNCIÓN COMPARADA CON LOS SACRAMENTOS QUE PRECEDEN. La Penitencia es un segundo Bautismo; la Unción puede considerarse como una segunda Confirmación. La unción del santo crisma en la Confir¬mación prepara a los cristianos para los combates de la vida; la del santo óleo en la Extremaunción los prepara para las luchas de la muerte. Y así como la plenitud de la vida cristiana con¬ferida por la Confirmación es una emanación del Corazón de Jesús; de la misma manera, la gracia de una muerte cristiana, dada en la Extremaunción, fluye únicamente de la caridad del mismo Divino Corazón. 

2.- SENTIDO Y FIN DE LA MUERTE. La muerte no es otra cosa que la re¬paración temporal del pecado, así como el infierno es su expiación eterna.

3.- LA MUERTE ES CONVERTIDA POR EL DIVINO CORAZÓN EN SACRIFICIO DE GRACIA Y CONSUELO. Este sacrificio de justicia conviértelo el Divino Corazón en sacrificio de gracia y consuelo para los cristianos: así como divinizó nuestra vida, diviniza nuestra muerte y dale el poder de divinizarnos.

 4.- EFECTOS DE LA UNCIÓN. El aceite es una substancia que ilumina, fortifica, suaviza y sirve para toda clase de consagraciones. Produce en el alma del cristiano todos esos efectos:  Ilumí¬nale espiritualmente haciendo ver la verdad de las cosas.  Es principio de fuerza;  Sirve para suavizar. Efecto parecido produce el óleo santo en el alma del cristiano moribundo.  El óleo es el medio universal de consa¬gración. Hácese uso de él para ungir los sacerdotes y los reyes; y por eso precisamente se emplea para ungir al cristiano en el momento en que va a ofre¬cer su último sacrificio y conquistar definitiva¬mente su eterna realeza. 

5.- EL CRISTIANO ES, EN SU LECHO DE MUERTE, SACERDOTE Y VÍCTIMA, Como Jesús en la cruz, el cristiano en su le¬cho de muerte es sacerdote y víctima a la vez. Al re¬cibir la última unción prepárase, como miembro de la raza escogida, de la nación santa, de la tribu real y sacerdotal, a ejecutar el último y más me¬ritorio acto de sus funciones sacerdotales.

 RESUMEN
1527 El sacramento de la Unción de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.
1528 El tiempo oportuno para recibir la Santa Unción llega ciertamente cuando el fiel comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o de vejez.
1529 Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unción, y también cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava.
1530 Sólo los sacerdotes (presbíteros y obispos) pueden administrar el sacramento de la Unción de los enfermos; para conferirlo emplean óleo bendecido por el obispo, o, en caso necesario, por el mismo presbítero que celebra.
1531 Lo esencial de la celebración de este sacramento consiste en la unción en la frente y las manos del enfermo (en el rito romano) o en otras partes del cuerpo (en Oriente), unción acompañada de la oración litúrgica del sacerdote celebrante que pide la gracia especial de este sacramento.
1532 La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos: — la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; — el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez; — el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia; — el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; — la preparación para el paso a la vida eterna

 EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL ORDEN

1.- EL ORDEN EN EL PLAN DEL CORAZÓN DE JESÚS. Para que los canales de la gracia, los sacramentos, jamás se agotaran y estuvieran hasta el fin de los tiempos a disposición de las almas, el Corazón de Jesús quiso escoger en la tie¬rra auxiliares y cooperadores, que diera a los hijos de los hombres, no solamente el poder de alcan¬zar la filiación divina, sino también de dar hijos a Dios. Esta es la maravilla de las maravillas que Jesús obró en la tierra al instituir el sacramento del Orden.

2.- SUPREMO HONOR CONCEDIDO POR DIOS A TODAS LAS CRIATURAS. A las criaturas de todos los reinos de la creación concede Dios el honor de trabajar con Él. Dios Hijo quiso seguir en la Redención un ca¬mino semejante al de Dios Padre en la creación.

3.- EL SACERDOTE ES «ALTER CHRISTUS», OTRO CRISTO. Un sacer¬dote en la Iglesia cristiana es como el lugarteniente de Jesucristo, como intérprete y ministro suyo, en una palabra, como otro Jesucristo.

4.- EL SACERDOTE TIENE PODER SOBRE JESUCRISTO MISMO. Jesucristo, desde su ascensión, tiene tres vidas: la gloriosa en el cielo, la sacramental en la Euca¬ristía y la mística en las almas. La gloriosa no pue¬de estar sujeta a ningún poder, por estar elevada sobre todo principado y poder. Pero, por lo que a las otras dos vidas, tan reales como la gloriosa, se refiere, está Jesucristo enteramente subordinado al peder de sus sacerdotes.

5.- EL ORDEN ES UN SACRAMENTO EMINENTEMENTE DEL CORAZÓN DE JESÚS. El Orden sea un sacramento emi¬nentemente del Corazón de Jesús. El Divino Corazón es no sólo el prin¬cipio, sino también no hay nadie fuera de Él que pueda dar a los que sienten sus hombros agobiados por tan formidable carga, la fuerza de llevarla sin desfallecer. Todo poder lleva consigo una responsabilidad, cuyo peso está enteramente proporcionado a la extensión y excelencia del mismo.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 1589 Ante la grandeza de la gracia y del oficio sacerdotales, los santos doctores sintieron la urgente llamada a la conversión con el fin de corresponder mediante toda su vida a aquel de quien el sacramento los constituye ministros. Así, S. Gregorio Nacianceno, siendo joven sacerdote, exclama: «Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los demás, ser santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia (Oratio 2, 71). Sé de quién somos ministros, donde nos encontramos y adonde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero también su fuerza (Oratio 2, 74). [Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es] el defensor de la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, hace subir sobre el altar de lo alto las víctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece [en ella] la imagen [de Dios], la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más grande que hay en él, es divinizado y diviniza (Oratio2, 73). Y el santo Cura de Ars dice: «El sacerdote continua la obra de redención en la tierra» [...] «Si se comprendiese bien al sacerdote en la tierra se moriría no de pavor sino de amor» [...] «El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús» (B. Nodet, Le Curé d'Ars. Sa pensée-son coeur, p. 98)

EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MATRIMONIO

1.- IDEAS GENERALES DE ESTE SACRAMENTO. ASPECTO EN QUE VAMOS A CONSIDERARLO Si hay en la cristiana sociedad estado alguno que demande un amor puro, sacrificado, dispuesto a los mayores sacrifi¬cios, es el que impone al hombre la paternidad; a la mujer la maternidad, a los esposos un vínculo perpetua¬mente indisoluble, a los padres el deber de educar a los hijos, en una palabra, el Matrimonio. Para procurar a los hombres medio de cumplir las obligaciones de este estado, el Divino Fundador de la Igle¬sia instituyó un sacramento por el cual derrama su caridad en los corazones dis¬puestos a unirse con Él, santifica el amor que ins¬pira la naturaleza y lo reviste de cualidades y fuer¬zas que inútilmente podríamos esperar de ella. Con razón, merece también el Matrimonio ser llamado el sacramento del Corazón de Jesús.

 2.- RELACIONES ENTRE EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MATRIMONIO. A) Intimidad de la unión del Verbo con la naturaleza humana e intimidad de la unión matrimonial. En su epístola a los Efesios (capítulo V) nos hace ver con toda claridad San Pablo cómo la santidad y divina nobleza del Matrimonio y el que sea en el cristiano un gran sacramento, proviene de ser imagen y extensión de la inefa¬ble, indisoluble y fecunda alianza que el Verbo de Dios hizo con la Iglesia en la Encarnación; alianza prefigurada en la unión de Adán y Eva, y cuyo primer fruto y nudo vital, y órgano infinitamente fecundo fue el Corazón de Jesús. B) Fecundidad de la unión del Verbo con la humana naturaleza y de la unión matrimonial. Adán y Eva tan sólo transmitieron a sus des¬cendientes una vida humana, la cual es total¬mente distinta de ella; Muy otra es la fecunda unión del Verbo de Dios con nuestra naturaleza. Dando esta unión al Verbo una vida humana, le dispone para dar a los hombres una vida divina, la cual, derramada en adelante por la inagotable fuente de su Corazón será la comunicación real de su misma vida; los que la reciben serán los hijos de Dios y a la vez sus miembros vivos; cada uno de sus actos y movimientos será el efecto del influjo inmediato del Corazón de Jesús y su vida será tanto más exube¬rante y vigorosa cuanto su unión con el Divino Corazón fuere más íntima. G) La unión del Verbo con la naturaleza humana modelo de la unión de la familia. Nunca se amarán los esposos cristianos como se aman Jesucristo y la Iglesia. Nunca hará un hom¬bre por la compañera de esta vida lo que el Hijo de Dios hizo por la pobre humanidad. Tampoco la esposa más sacrificada hará por su esposo lo que ha he¬cho la Iglesia por Jesucristo Heredera de todas sus riquezas y de todas sus glorías. D) El Divino Espíritu vínculo de los esposos cristianos. Está real y verdaderamente presente en el corazón de los esposos cristianos este Espíritu, que es el vínculo vital de la inefable unión de Je¬sucristo y de la Iglesia, que movió a Jesucristo a inmolarse por la Iglesia y a la Iglesia por Jesucristo, que tanto endulzó al Corazón de Jesús sus más amargos dolores y aligeró a la Iglesia sus más crueles tribulaciones. E) Los padres, según el Corazón de Cristo, comunican a sus hijos la vida divina y viven íntimamente unidos con ellos. Los padres, según el Corazón de Jesús, aprenden de Él a comunicar a sus hijos la vida sobrenatural de la que Él es fuente y de quien los mismos pa¬dres la recibieron tan abundantemente.

 3.- EL CORAZÓN DE JESÚS DEFENSA DE LOS ATAQUES CON¬TRA LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO. Demostrar que la indisolubilidad del Matrimonio es una institu¬ción necesaria para la conservación de la familia y el verdadero progreso de la sociedad, es fácil; pero esto no prueba que esté en manos del hombre, dejado a sí mismo, hacerlo. ¡Cuántas cosas necesa¬rias no puede el hombre conseguir y conservar con sus propias fuerzas!

 CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA Resumen
1659 San Pablo dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia [...] Gran misterio es éste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia" (Ef 5,25.32).
1660 La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC can. 1055, §1).
1661 El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf. Concilio de Trento: DS 1799).
1662 El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.
1663 Dado que el matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia, la celebración del mismo se hace ordinariamente de modo público, en el marco de una celebración litúrgica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles.
1664 La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la unidad del matrimonio; el divorcio separa lo que Dios ha unido; el rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal de su "don más excelente", el hijo (GS 50,1).
1665 Contraer un nuevo matrimonio por parte de los divorciados mientras viven sus cónyuges legítimos contradice el plan y la ley de Dios enseñados por Cristo. Los que viven en esta situación no están separados de la Iglesia pero no pueden acceder a la comunión eucarística. Pueden vivir su vida cristiana sobre todo educando a sus hijos en la fe. 1666 El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente "Iglesia doméstica", comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana . Escribe el resto de tu post aquí.

El Corazón de Jesús y los sacramentos: Penitencia; Unción; Orden; y Matrimonio”

EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA PENITENCIA

 1.- LA EUCARISTÍA Y PENITENCIA LOS SACRAMENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS. La Penitencia, como la Eucaristía, merece ser llamada el misterio del amor, el sacramento del Corazón de Jesús. La Eucaristía es el misterio del amor hasta el don entero de sí mismo; la Penitencia es el miste¬rio del amor indulgente hasta el entero olvido de sí mismo. La lucha del hombre contra el pecado durará toda su vida terrena.

 2.- LA PENITENCIA, CONCILIACIÓN DE DOS INTERESES AL PARECER ENCONTRADOS La primera maravilla obrada por el Corazón de Jesús en el sacramento de la Penitencia es la perfecta conciliación de los dos intereses de los hom¬bres: el de la gloria de Dios y el del hombre pecador; la conservación de la ley y la salvación del violador de la ley; la reparación del crimen y la conserva¬ción del criminal. Sólo Jesucristo, el Santo de los Santos, dio con el equilibrio y estableciólo por un sacramento que, a primera vista, parecía tender a la destrucción de toda santidad y justicia.

 3.- EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA DESTRUYE EL PECADO. El poder del Corazón de Jesús ha hecho este mi¬lagro de destruir el pecado, aunque no único. Sacrificando en apa¬riencia todos sus derechos por la salvación del pe¬cador; la misericordiosa justicia de Dios ha mirado, más eficazmente de lo que la justicia de los hom¬bres ha podido hacerlo, por la destrucción del pe¬cado. Lejos de multiplicar los crímenes ha destruido las raíces más profundas de ellos; pues, por dondequiera que haya estado en vigor, ha hecho inútiles no sólo los cadalsos sino también los presidios.

 4.- LA PENITENCIA CAMBIA LAS MALDADES EN MATERIA DE MÉRITO. El sacramento de la Penitencia no sola¬mente destruye todas las iniquidades y sana todas las enfermedades y muertes del alma, sino que cambia las maldades en materia de mérito y nos hace encontrar, hasta en la muerte, un medio de vida. El pecador se encuentra, pues, al levantarse, tan rico como era antes de caer.

 5. CON RAZÓN SE ATRIBUTEN AL CORAZÓN DE JESÚS ESTOS MILAGROS DE SJISERICORDIA .CONCLUSIÓN.

Atribuímos al Corazón de Jesús estos milagros de misericordia; pues Él y sólo Él es juntamente el principio inme¬diato y la causa remota de los buenos efectos pro¬ducidos por el sacramento de la Penitencia. No nos acerquemos nunca a ese tribunal de miseri¬cordia sin recordar aquella noche afrentosa de Getsemaní, en la cual el Corazón de Jesús sintióse aplastado de tal manera por su enorme peso que un sudor de sangre manó por todo el cuerpo, empapó sus vestidos e inundó el suelo. Esta misma sangre se derrama hoy sobre nosotros.

 CATECISMO IGLESIA CATÓLICA RESUMEN
 1486 El perdón de los pecados cometidos después del Bautismo es concedido por un sacramento propio llamado sacramento de la conversión, de la confesión, de la penitencia o de la reconciliación.
1487 Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva.
1488 A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.
1489 Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás. 1490 El movimiento de retorno a Dios, llamado conversión y arrepentimiento, implica un dolor y una aversión respecto a los pecados cometidos, y el propósito firme de no volver a pecar. La conversión, por tanto, mira al pasado y al futuro; se nutre de la esperanza en la misericordia divina. 1491 El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el penitente, y por la absolución del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la confesión o manifestación de los pecados al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y las obras de penitencia. 1496 Los efectos espirituales del sacramento de la Penitencia son: — la reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; — la reconciliación con la Iglesia; — la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; — la remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado; — la paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual; — el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.

 EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA ¬UNCIÓN

1.- LA UNCIÓN COMPARADA CON LOS SACRAMENTOS QUE PRECEDEN. La Penitencia es un segundo Bautismo; la Unción puede considerarse como una segunda Confirmación. La unción del santo crisma en la Confir¬mación prepara a los cristianos para los combates de la vida; la del santo óleo en la Extremaunción los prepara para las luchas de la muerte. Y así como la plenitud de la vida cristiana con¬ferida por la Confirmación es una emanación del Corazón de Jesús; de la misma manera, la gracia de una muerte cristiana, dada en la Extremaunción, fluye únicamente de la caridad del mismo Divino Corazón. 

2.- SENTIDO Y FIN DE LA MUERTE. La muerte no es otra cosa que la re¬paración temporal del pecado, así como el infierno es su expiación eterna.

3.- LA MUERTE ES CONVERTIDA POR EL DIVINO CORAZÓN EN SACRIFICIO DE GRACIA Y CONSUELO. Este sacrificio de justicia conviértelo el Divino Corazón en sacrificio de gracia y consuelo para los cristianos: así como divinizó nuestra vida, diviniza nuestra muerte y dale el poder de divinizarnos.

 4.- EFECTOS DE LA UNCIÓN. El aceite es una substancia que ilumina, fortifica, suaviza y sirve para toda clase de consagraciones. Produce en el alma del cristiano todos esos efectos:  Ilumí¬nale espiritualmente haciendo ver la verdad de las cosas.  Es principio de fuerza;  Sirve para suavizar. Efecto parecido produce el óleo santo en el alma del cristiano moribundo.  El óleo es el medio universal de consa¬gración. Hácese uso de él para ungir los sacerdotes y los reyes; y por eso precisamente se emplea para ungir al cristiano en el momento en que va a ofre¬cer su último sacrificio y conquistar definitiva¬mente su eterna realeza. 

5.- EL CRISTIANO ES, EN SU LECHO DE MUERTE, SACERDOTE Y VÍCTIMA, Como Jesús en la cruz, el cristiano en su le¬cho de muerte es sacerdote y víctima a la vez. Al re¬cibir la última unción prepárase, como miembro de la raza escogida, de la nación santa, de la tribu real y sacerdotal, a ejecutar el último y más me¬ritorio acto de sus funciones sacerdotales.

 RESUMEN
1527 El sacramento de la Unción de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.
1528 El tiempo oportuno para recibir la Santa Unción llega ciertamente cuando el fiel comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o de vejez.
1529 Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unción, y también cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava.
1530 Sólo los sacerdotes (presbíteros y obispos) pueden administrar el sacramento de la Unción de los enfermos; para conferirlo emplean óleo bendecido por el obispo, o, en caso necesario, por el mismo presbítero que celebra.
1531 Lo esencial de la celebración de este sacramento consiste en la unción en la frente y las manos del enfermo (en el rito romano) o en otras partes del cuerpo (en Oriente), unción acompañada de la oración litúrgica del sacerdote celebrante que pide la gracia especial de este sacramento.
1532 La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos: — la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; — el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez; — el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia; — el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; — la preparación para el paso a la vida eterna

 EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL ORDEN

1.- EL ORDEN EN EL PLAN DEL CORAZÓN DE JESÚS. Para que los canales de la gracia, los sacramentos, jamás se agotaran y estuvieran hasta el fin de los tiempos a disposición de las almas, el Corazón de Jesús quiso escoger en la tie¬rra auxiliares y cooperadores, que diera a los hijos de los hombres, no solamente el poder de alcan¬zar la filiación divina, sino también de dar hijos a Dios. Esta es la maravilla de las maravillas que Jesús obró en la tierra al instituir el sacramento del Orden.

2.- SUPREMO HONOR CONCEDIDO POR DIOS A TODAS LAS CRIATURAS. A las criaturas de todos los reinos de la creación concede Dios el honor de trabajar con Él. Dios Hijo quiso seguir en la Redención un ca¬mino semejante al de Dios Padre en la creación.

3.- EL SACERDOTE ES «ALTER CHRISTUS», OTRO CRISTO. Un sacer¬dote en la Iglesia cristiana es como el lugarteniente de Jesucristo, como intérprete y ministro suyo, en una palabra, como otro Jesucristo.

4.- EL SACERDOTE TIENE PODER SOBRE JESUCRISTO MISMO. Jesucristo, desde su ascensión, tiene tres vidas: la gloriosa en el cielo, la sacramental en la Euca¬ristía y la mística en las almas. La gloriosa no pue¬de estar sujeta a ningún poder, por estar elevada sobre todo principado y poder. Pero, por lo que a las otras dos vidas, tan reales como la gloriosa, se refiere, está Jesucristo enteramente subordinado al peder de sus sacerdotes.

5.- EL ORDEN ES UN SACRAMENTO EMINENTEMENTE DEL CORAZÓN DE JESÚS. El Orden sea un sacramento emi¬nentemente del Corazón de Jesús. El Divino Corazón es no sólo el prin¬cipio, sino también no hay nadie fuera de Él que pueda dar a los que sienten sus hombros agobiados por tan formidable carga, la fuerza de llevarla sin desfallecer. Todo poder lleva consigo una responsabilidad, cuyo peso está enteramente proporcionado a la extensión y excelencia del mismo.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 1589 Ante la grandeza de la gracia y del oficio sacerdotales, los santos doctores sintieron la urgente llamada a la conversión con el fin de corresponder mediante toda su vida a aquel de quien el sacramento los constituye ministros. Así, S. Gregorio Nacianceno, siendo joven sacerdote, exclama: «Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los demás, ser santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia (Oratio 2, 71). Sé de quién somos ministros, donde nos encontramos y adonde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero también su fuerza (Oratio 2, 74). [Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es] el defensor de la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, hace subir sobre el altar de lo alto las víctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece [en ella] la imagen [de Dios], la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más grande que hay en él, es divinizado y diviniza (Oratio2, 73). Y el santo Cura de Ars dice: «El sacerdote continua la obra de redención en la tierra» [...] «Si se comprendiese bien al sacerdote en la tierra se moriría no de pavor sino de amor» [...] «El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús» (B. Nodet, Le Curé d'Ars. Sa pensée-son coeur, p. 98)

EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MATRIMONIO

1.- IDEAS GENERALES DE ESTE SACRAMENTO. ASPECTO EN QUE VAMOS A CONSIDERARLO Si hay en la cristiana sociedad estado alguno que demande un amor puro, sacrificado, dispuesto a los mayores sacrifi¬cios, es el que impone al hombre la paternidad; a la mujer la maternidad, a los esposos un vínculo perpetua¬mente indisoluble, a los padres el deber de educar a los hijos, en una palabra, el Matrimonio. Para procurar a los hombres medio de cumplir las obligaciones de este estado, el Divino Fundador de la Igle¬sia instituyó un sacramento por el cual derrama su caridad en los corazones dis¬puestos a unirse con Él, santifica el amor que ins¬pira la naturaleza y lo reviste de cualidades y fuer¬zas que inútilmente podríamos esperar de ella. Con razón, merece también el Matrimonio ser llamado el sacramento del Corazón de Jesús.

 2.- RELACIONES ENTRE EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MATRIMONIO. A) Intimidad de la unión del Verbo con la naturaleza humana e intimidad de la unión matrimonial. En su epístola a los Efesios (capítulo V) nos hace ver con toda claridad San Pablo cómo la santidad y divina nobleza del Matrimonio y el que sea en el cristiano un gran sacramento, proviene de ser imagen y extensión de la inefa¬ble, indisoluble y fecunda alianza que el Verbo de Dios hizo con la Iglesia en la Encarnación; alianza prefigurada en la unión de Adán y Eva, y cuyo primer fruto y nudo vital, y órgano infinitamente fecundo fue el Corazón de Jesús. B) Fecundidad de la unión del Verbo con la humana naturaleza y de la unión matrimonial. Adán y Eva tan sólo transmitieron a sus des¬cendientes una vida humana, la cual es total¬mente distinta de ella; Muy otra es la fecunda unión del Verbo de Dios con nuestra naturaleza. Dando esta unión al Verbo una vida humana, le dispone para dar a los hombres una vida divina, la cual, derramada en adelante por la inagotable fuente de su Corazón será la comunicación real de su misma vida; los que la reciben serán los hijos de Dios y a la vez sus miembros vivos; cada uno de sus actos y movimientos será el efecto del influjo inmediato del Corazón de Jesús y su vida será tanto más exube¬rante y vigorosa cuanto su unión con el Divino Corazón fuere más íntima. G) La unión del Verbo con la naturaleza humana modelo de la unión de la familia. Nunca se amarán los esposos cristianos como se aman Jesucristo y la Iglesia. Nunca hará un hom¬bre por la compañera de esta vida lo que el Hijo de Dios hizo por la pobre humanidad. Tampoco la esposa más sacrificada hará por su esposo lo que ha he¬cho la Iglesia por Jesucristo Heredera de todas sus riquezas y de todas sus glorías. D) El Divino Espíritu vínculo de los esposos cristianos. Está real y verdaderamente presente en el corazón de los esposos cristianos este Espíritu, que es el vínculo vital de la inefable unión de Je¬sucristo y de la Iglesia, que movió a Jesucristo a inmolarse por la Iglesia y a la Iglesia por Jesucristo, que tanto endulzó al Corazón de Jesús sus más amargos dolores y aligeró a la Iglesia sus más crueles tribulaciones. E) Los padres, según el Corazón de Cristo, comunican a sus hijos la vida divina y viven íntimamente unidos con ellos. Los padres, según el Corazón de Jesús, aprenden de Él a comunicar a sus hijos la vida sobrenatural de la que Él es fuente y de quien los mismos pa¬dres la recibieron tan abundantemente.

 3.- EL CORAZÓN DE JESÚS DEFENSA DE LOS ATAQUES CON¬TRA LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO. Demostrar que la indisolubilidad del Matrimonio es una institu¬ción necesaria para la conservación de la familia y el verdadero progreso de la sociedad, es fácil; pero esto no prueba que esté en manos del hombre, dejado a sí mismo, hacerlo. ¡Cuántas cosas necesa¬rias no puede el hombre conseguir y conservar con sus propias fuerzas!

 CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA Resumen
1659 San Pablo dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia [...] Gran misterio es éste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia" (Ef 5,25.32).
1660 La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC can. 1055, §1).
1661 El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf. Concilio de Trento: DS 1799).
1662 El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.
1663 Dado que el matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia, la celebración del mismo se hace ordinariamente de modo público, en el marco de una celebración litúrgica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles.
1664 La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la unidad del matrimonio; el divorcio separa lo que Dios ha unido; el rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal de su "don más excelente", el hijo (GS 50,1).
1665 Contraer un nuevo matrimonio por parte de los divorciados mientras viven sus cónyuges legítimos contradice el plan y la ley de Dios enseñados por Cristo. Los que viven en esta situación no están separados de la Iglesia pero no pueden acceder a la comunión eucarística. Pueden vivir su vida cristiana sobre todo educando a sus hijos en la fe. 1666 El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente "Iglesia doméstica", comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana . Escribe el resto de tu post aquí.

El Corazón de Jesús y los sacramentos: Penitencia; Unción; Orden; y Matrimonio”

EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA PENITENCIA

 1.- LA EUCARISTÍA Y PENITENCIA LOS SACRAMENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS. La Penitencia, como la Eucaristía, merece ser llamada el misterio del amor, el sacramento del Corazón de Jesús. La Eucaristía es el misterio del amor hasta el don entero de sí mismo; la Penitencia es el miste¬rio del amor indulgente hasta el entero olvido de sí mismo. La lucha del hombre contra el pecado durará toda su vida terrena.

 2.- LA PENITENCIA, CONCILIACIÓN DE DOS INTERESES AL PARECER ENCONTRADOS La primera maravilla obrada por el Corazón de Jesús en el sacramento de la Penitencia es la perfecta conciliación de los dos intereses de los hom¬bres: el de la gloria de Dios y el del hombre pecador; la conservación de la ley y la salvación del violador de la ley; la reparación del crimen y la conserva¬ción del criminal. Sólo Jesucristo, el Santo de los Santos, dio con el equilibrio y estableciólo por un sacramento que, a primera vista, parecía tender a la destrucción de toda santidad y justicia.

 3.- EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA DESTRUYE EL PECADO. El poder del Corazón de Jesús ha hecho este mi¬lagro de destruir el pecado, aunque no único. Sacrificando en apa¬riencia todos sus derechos por la salvación del pe¬cador; la misericordiosa justicia de Dios ha mirado, más eficazmente de lo que la justicia de los hom¬bres ha podido hacerlo, por la destrucción del pe¬cado. Lejos de multiplicar los crímenes ha destruido las raíces más profundas de ellos; pues, por dondequiera que haya estado en vigor, ha hecho inútiles no sólo los cadalsos sino también los presidios.

 4.- LA PENITENCIA CAMBIA LAS MALDADES EN MATERIA DE MÉRITO. El sacramento de la Penitencia no sola¬mente destruye todas las iniquidades y sana todas las enfermedades y muertes del alma, sino que cambia las maldades en materia de mérito y nos hace encontrar, hasta en la muerte, un medio de vida. El pecador se encuentra, pues, al levantarse, tan rico como era antes de caer.

 5. CON RAZÓN SE ATRIBUTEN AL CORAZÓN DE JESÚS ESTOS MILAGROS DE SJISERICORDIA .CONCLUSIÓN.

Atribuímos al Corazón de Jesús estos milagros de misericordia; pues Él y sólo Él es juntamente el principio inme¬diato y la causa remota de los buenos efectos pro¬ducidos por el sacramento de la Penitencia. No nos acerquemos nunca a ese tribunal de miseri¬cordia sin recordar aquella noche afrentosa de Getsemaní, en la cual el Corazón de Jesús sintióse aplastado de tal manera por su enorme peso que un sudor de sangre manó por todo el cuerpo, empapó sus vestidos e inundó el suelo. Esta misma sangre se derrama hoy sobre nosotros.

 CATECISMO IGLESIA CATÓLICA RESUMEN
 1486 El perdón de los pecados cometidos después del Bautismo es concedido por un sacramento propio llamado sacramento de la conversión, de la confesión, de la penitencia o de la reconciliación.
1487 Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva.
1488 A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.
1489 Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás. 1490 El movimiento de retorno a Dios, llamado conversión y arrepentimiento, implica un dolor y una aversión respecto a los pecados cometidos, y el propósito firme de no volver a pecar. La conversión, por tanto, mira al pasado y al futuro; se nutre de la esperanza en la misericordia divina. 1491 El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el penitente, y por la absolución del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la confesión o manifestación de los pecados al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y las obras de penitencia. 1496 Los efectos espirituales del sacramento de la Penitencia son: — la reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; — la reconciliación con la Iglesia; — la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; — la remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado; — la paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual; — el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.

 EL CORAZÓN DE JESÚS Y LA ¬UNCIÓN

1.- LA UNCIÓN COMPARADA CON LOS SACRAMENTOS QUE PRECEDEN. La Penitencia es un segundo Bautismo; la Unción puede considerarse como una segunda Confirmación. La unción del santo crisma en la Confir¬mación prepara a los cristianos para los combates de la vida; la del santo óleo en la Extremaunción los prepara para las luchas de la muerte. Y así como la plenitud de la vida cristiana con¬ferida por la Confirmación es una emanación del Corazón de Jesús; de la misma manera, la gracia de una muerte cristiana, dada en la Extremaunción, fluye únicamente de la caridad del mismo Divino Corazón. 

2.- SENTIDO Y FIN DE LA MUERTE. La muerte no es otra cosa que la re¬paración temporal del pecado, así como el infierno es su expiación eterna.

3.- LA MUERTE ES CONVERTIDA POR EL DIVINO CORAZÓN EN SACRIFICIO DE GRACIA Y CONSUELO. Este sacrificio de justicia conviértelo el Divino Corazón en sacrificio de gracia y consuelo para los cristianos: así como divinizó nuestra vida, diviniza nuestra muerte y dale el poder de divinizarnos.

 4.- EFECTOS DE LA UNCIÓN. El aceite es una substancia que ilumina, fortifica, suaviza y sirve para toda clase de consagraciones. Produce en el alma del cristiano todos esos efectos:  Ilumí¬nale espiritualmente haciendo ver la verdad de las cosas.  Es principio de fuerza;  Sirve para suavizar. Efecto parecido produce el óleo santo en el alma del cristiano moribundo.  El óleo es el medio universal de consa¬gración. Hácese uso de él para ungir los sacerdotes y los reyes; y por eso precisamente se emplea para ungir al cristiano en el momento en que va a ofre¬cer su último sacrificio y conquistar definitiva¬mente su eterna realeza. 

5.- EL CRISTIANO ES, EN SU LECHO DE MUERTE, SACERDOTE Y VÍCTIMA, Como Jesús en la cruz, el cristiano en su le¬cho de muerte es sacerdote y víctima a la vez. Al re¬cibir la última unción prepárase, como miembro de la raza escogida, de la nación santa, de la tribu real y sacerdotal, a ejecutar el último y más me¬ritorio acto de sus funciones sacerdotales.

 RESUMEN
1527 El sacramento de la Unción de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.
1528 El tiempo oportuno para recibir la Santa Unción llega ciertamente cuando el fiel comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o de vejez.
1529 Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unción, y también cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava.
1530 Sólo los sacerdotes (presbíteros y obispos) pueden administrar el sacramento de la Unción de los enfermos; para conferirlo emplean óleo bendecido por el obispo, o, en caso necesario, por el mismo presbítero que celebra.
1531 Lo esencial de la celebración de este sacramento consiste en la unción en la frente y las manos del enfermo (en el rito romano) o en otras partes del cuerpo (en Oriente), unción acompañada de la oración litúrgica del sacerdote celebrante que pide la gracia especial de este sacramento.
1532 La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos: — la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; — el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez; — el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia; — el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; — la preparación para el paso a la vida eterna

 EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL ORDEN

1.- EL ORDEN EN EL PLAN DEL CORAZÓN DE JESÚS. Para que los canales de la gracia, los sacramentos, jamás se agotaran y estuvieran hasta el fin de los tiempos a disposición de las almas, el Corazón de Jesús quiso escoger en la tie¬rra auxiliares y cooperadores, que diera a los hijos de los hombres, no solamente el poder de alcan¬zar la filiación divina, sino también de dar hijos a Dios. Esta es la maravilla de las maravillas que Jesús obró en la tierra al instituir el sacramento del Orden.

2.- SUPREMO HONOR CONCEDIDO POR DIOS A TODAS LAS CRIATURAS. A las criaturas de todos los reinos de la creación concede Dios el honor de trabajar con Él. Dios Hijo quiso seguir en la Redención un ca¬mino semejante al de Dios Padre en la creación.

3.- EL SACERDOTE ES «ALTER CHRISTUS», OTRO CRISTO. Un sacer¬dote en la Iglesia cristiana es como el lugarteniente de Jesucristo, como intérprete y ministro suyo, en una palabra, como otro Jesucristo.

4.- EL SACERDOTE TIENE PODER SOBRE JESUCRISTO MISMO. Jesucristo, desde su ascensión, tiene tres vidas: la gloriosa en el cielo, la sacramental en la Euca¬ristía y la mística en las almas. La gloriosa no pue¬de estar sujeta a ningún poder, por estar elevada sobre todo principado y poder. Pero, por lo que a las otras dos vidas, tan reales como la gloriosa, se refiere, está Jesucristo enteramente subordinado al peder de sus sacerdotes.

5.- EL ORDEN ES UN SACRAMENTO EMINENTEMENTE DEL CORAZÓN DE JESÚS. El Orden sea un sacramento emi¬nentemente del Corazón de Jesús. El Divino Corazón es no sólo el prin¬cipio, sino también no hay nadie fuera de Él que pueda dar a los que sienten sus hombros agobiados por tan formidable carga, la fuerza de llevarla sin desfallecer. Todo poder lleva consigo una responsabilidad, cuyo peso está enteramente proporcionado a la extensión y excelencia del mismo.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 1589 Ante la grandeza de la gracia y del oficio sacerdotales, los santos doctores sintieron la urgente llamada a la conversión con el fin de corresponder mediante toda su vida a aquel de quien el sacramento los constituye ministros. Así, S. Gregorio Nacianceno, siendo joven sacerdote, exclama: «Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los demás, ser santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia (Oratio 2, 71). Sé de quién somos ministros, donde nos encontramos y adonde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero también su fuerza (Oratio 2, 74). [Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es] el defensor de la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, hace subir sobre el altar de lo alto las víctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece [en ella] la imagen [de Dios], la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más grande que hay en él, es divinizado y diviniza (Oratio2, 73). Y el santo Cura de Ars dice: «El sacerdote continua la obra de redención en la tierra» [...] «Si se comprendiese bien al sacerdote en la tierra se moriría no de pavor sino de amor» [...] «El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús» (B. Nodet, Le Curé d'Ars. Sa pensée-son coeur, p. 98)

EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MATRIMONIO

1.- IDEAS GENERALES DE ESTE SACRAMENTO. ASPECTO EN QUE VAMOS A CONSIDERARLO Si hay en la cristiana sociedad estado alguno que demande un amor puro, sacrificado, dispuesto a los mayores sacrifi¬cios, es el que impone al hombre la paternidad; a la mujer la maternidad, a los esposos un vínculo perpetua¬mente indisoluble, a los padres el deber de educar a los hijos, en una palabra, el Matrimonio. Para procurar a los hombres medio de cumplir las obligaciones de este estado, el Divino Fundador de la Igle¬sia instituyó un sacramento por el cual derrama su caridad en los corazones dis¬puestos a unirse con Él, santifica el amor que ins¬pira la naturaleza y lo reviste de cualidades y fuer¬zas que inútilmente podríamos esperar de ella. Con razón, merece también el Matrimonio ser llamado el sacramento del Corazón de Jesús.

 2.- RELACIONES ENTRE EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL MATRIMONIO. A) Intimidad de la unión del Verbo con la naturaleza humana e intimidad de la unión matrimonial. En su epístola a los Efesios (capítulo V) nos hace ver con toda claridad San Pablo cómo la santidad y divina nobleza del Matrimonio y el que sea en el cristiano un gran sacramento, proviene de ser imagen y extensión de la inefa¬ble, indisoluble y fecunda alianza que el Verbo de Dios hizo con la Iglesia en la Encarnación; alianza prefigurada en la unión de Adán y Eva, y cuyo primer fruto y nudo vital, y órgano infinitamente fecundo fue el Corazón de Jesús. B) Fecundidad de la unión del Verbo con la humana naturaleza y de la unión matrimonial. Adán y Eva tan sólo transmitieron a sus des¬cendientes una vida humana, la cual es total¬mente distinta de ella; Muy otra es la fecunda unión del Verbo de Dios con nuestra naturaleza. Dando esta unión al Verbo una vida humana, le dispone para dar a los hombres una vida divina, la cual, derramada en adelante por la inagotable fuente de su Corazón será la comunicación real de su misma vida; los que la reciben serán los hijos de Dios y a la vez sus miembros vivos; cada uno de sus actos y movimientos será el efecto del influjo inmediato del Corazón de Jesús y su vida será tanto más exube¬rante y vigorosa cuanto su unión con el Divino Corazón fuere más íntima. G) La unión del Verbo con la naturaleza humana modelo de la unión de la familia. Nunca se amarán los esposos cristianos como se aman Jesucristo y la Iglesia. Nunca hará un hom¬bre por la compañera de esta vida lo que el Hijo de Dios hizo por la pobre humanidad. Tampoco la esposa más sacrificada hará por su esposo lo que ha he¬cho la Iglesia por Jesucristo Heredera de todas sus riquezas y de todas sus glorías. D) El Divino Espíritu vínculo de los esposos cristianos. Está real y verdaderamente presente en el corazón de los esposos cristianos este Espíritu, que es el vínculo vital de la inefable unión de Je¬sucristo y de la Iglesia, que movió a Jesucristo a inmolarse por la Iglesia y a la Iglesia por Jesucristo, que tanto endulzó al Corazón de Jesús sus más amargos dolores y aligeró a la Iglesia sus más crueles tribulaciones. E) Los padres, según el Corazón de Cristo, comunican a sus hijos la vida divina y viven íntimamente unidos con ellos. Los padres, según el Corazón de Jesús, aprenden de Él a comunicar a sus hijos la vida sobrenatural de la que Él es fuente y de quien los mismos pa¬dres la recibieron tan abundantemente.

 3.- EL CORAZÓN DE JESÚS DEFENSA DE LOS ATAQUES CON¬TRA LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO. Demostrar que la indisolubilidad del Matrimonio es una institu¬ción necesaria para la conservación de la familia y el verdadero progreso de la sociedad, es fácil; pero esto no prueba que esté en manos del hombre, dejado a sí mismo, hacerlo. ¡Cuántas cosas necesa¬rias no puede el hombre conseguir y conservar con sus propias fuerzas!

 CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA Resumen
1659 San Pablo dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia [...] Gran misterio es éste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia" (Ef 5,25.32).
1660 La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC can. 1055, §1).
1661 El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf. Concilio de Trento: DS 1799).
1662 El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.
1663 Dado que el matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia, la celebración del mismo se hace ordinariamente de modo público, en el marco de una celebración litúrgica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles.
1664 La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la unidad del matrimonio; el divorcio separa lo que Dios ha unido; el rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal de su "don más excelente", el hijo (GS 50,1).
1665 Contraer un nuevo matrimonio por parte de los divorciados mientras viven sus cónyuges legítimos contradice el plan y la ley de Dios enseñados por Cristo. Los que viven en esta situación no están separados de la Iglesia pero no pueden acceder a la comunión eucarística. Pueden vivir su vida cristiana sobre todo educando a sus hijos en la fe. 1666 El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente "Iglesia doméstica", comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana . Escribe el resto de tu post aquí.

jueves, 1 de mayo de 2014

EL CORAZÓN DE JESÚS Y LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

EL CORAZÓN DE JESÚS Y LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

1.- El Corazón de Jesús y los Sacramentos en general.

El Corazón de Jesús es la fuente de nuestra vida divina; los sacramentos nos confieren la vida divina de una manera permanente. El Corazón de Jesús nos comunica también la vida divina por medio de la justificación. A esta comunicación, dase el nombre de mérito. Por medio, finalmente, de la gracia actual, puede tam­bién sernos dada por el ministerio de la Iglesia.

2.- El corazón de Jesús y el Bautismo

2.1.- Maravillas   que   obra  el  Bautismo

El Bautismo es el primer vínculo que une los cristianos al Corazón de Jesús; el sello de alianza que hace entrar al hijo del hombre en la familia de Dios.

CIC1213 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión cf Concilio de Florencia: DS 1314.CIC, can 204,1.849.C.EO 675,1. 

2.2.- El Bautismo misterio de muerte.

Es a la vez un misterio de muerte y un misterio de vida; porque desde que el hombre, despojándose de la vida de Dios por el pecado, se condenó voluntariamente a la muerte, vióse imposibilitado de volver a su antiguo estado si no se sometía al justo castigo que sus culpas merecían. La misericordia divina no puede regenerarle si antes no se da satisfacción a la divina justicia. La deuda contraida de nuestro primer padre se ha de pagar antes que el nuevo hijo de Adán pueda recobrar sus derechos a la herencia celestial.

Jesucriso murió por ese niño y el Bautismo va a hacerle participante de su muerte, modo por cierto maravilloso de que echará mano la justicia del nuevo Adán para arruinar la obra de muerte, consumada por la iniquidad del primer hombre, y de que sobreabunde la gracia donde había abundado el pecado.

El primer efecto del Bautismo es injer­tarnos en la muerte de Jesucristo, según el dicho de San Pablo; sepultarnos en su tumba y bauti­zarnos en su muerte. Su contenido había la Iglesia hecho más palpable aún por la costumbre que tenía de bautizar por inmersión.

2.3.- El Bautismo misterio de vida.

Este misterio es un misterio de vida mucho más que de muerte. Así como el Divino Salvador dio la vida al mundo entero, muriendo por nosotros, así da su vida a cada hombre, haciéndole participante de los merecimientos de su muerte.

El Corazón de Jesús encierra dos tesoros igualmente infinitos: el de las satisfacciones del Salvador y el de sus méritos; al comunicarnos sus méritos nos da la vida, y destruye en nosotros la muerte al comunicarnos sus satisfacciones.

Este misterio del crecimiento y comunicación de la vida física, en el orden natural, es una admirable figura del misterio de la propagación de la vida en el orden sobrenatural.

2.4.- La mistagogia de la celebración

CIC 1234 El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo aparece claramente en los ritos de su celebración.

1235 La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz.

1236 El anuncio de la Palabra de Dios ilumina con la verdad revelada a los candidatos y a la asamblea y suscita la respuesta de la fe, inseparable del Bautismo. En efecto, el Bautismo es de un modo particular "el sacramento de la fe" por ser la entrada sacramental en la vida de fe.

1237 Puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será "confiado" por el Bautismo (cf Rm 6,17).

1238 El agua bautismal es entonces consagrada mediante una oración de epíclesis (…). La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder del Espíritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella "nazcan del agua y del Espíritu" (Jn 3,5).

1239 Sigue entonces el rito esencial del sacramento: el Bautismo propiamente dicho, que significa y realiza la muerte al pecado y la entrada en la vida de la Santísima Trinidad a través de la configuración con el misterio pascual de Cristo. El Bautismo es realizado de la manera más significativa mediante la triple inmersión en el agua bautismal. Pero desde la antigüedad puede ser también conferido derramando tres veces agua sobre la cabeza del candidato.

1240 En la Iglesia latina, esta triple infusión va acompañada de las palabras del ministro: "N., yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo". En las liturgias orientales, estando el catecúmeno vuelto hacia el Oriente, el sacerdote dice: "El siervo de Dios, N., es bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo". Y mientras invoca a cada persona de la Santísima Trinidad, lo sumerge en el agua y lo saca de ella.

1241 La unción con el santo crisma, óleo perfumado y consagrado por el obispo, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, "ungido" por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (cf. Ritual del Bautismo de niños, 62).

1242 En la liturgia de las Iglesias de Oriente, la unción postbautismal es el sacramento de la Crismación (Confirmación). En la liturgia romana, dicha unción anuncia una segunda unción del santo crisma que dará el obispo: el sacramento de la Confirmación que, por así decirlo, "confirma" y da plenitud a la unción bautismal.

1243 La vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha "revestido de Cristo" (Ga 3,27): ha resucitado con Cristo. El cirio que se enciende en el Cirio Pascual, significa que Cristo ha iluminado al neófito. En Cristo, los bautizados son "la luz del mundo" (Mt 5,14; cf Flp 2,15).

El nuevo bautizado es ahora hijo de Dios en el Hijo Único. Puede ya decir la oración de los hijos de Dios: el Padre Nuestro.


3.- El Corazón de Jesús y la Confirmación.


El hombre al na­cer todavía no es más que un hombre esbozado y rudimentario. Para llegar a ser un hombre perfecto ha de crecer y desarrollarse.

El sacramento de la Confirmación acaba, confirma y desenvuelve lo que el Bautismo había comenzado y esbozado. No nos da, como el Bautismo, un ser nuevo; pero sí una nueva participación del ser divino, que había sido producido en nosotros por el agua santa. 

La Confirmación completa, pues, la imagen del cristiano y de su divino modelo.

3.1.- La Confirmación y el Corazón de Jesús.

Para formarnos un cabal concepto de la Confirmación, lo mismo que del Bautismo, hay que considerar estos sacramentos en sus relaciones con el Corazón de Jesús. Este Divino Corazón es la fuente de donde este vivificador Espíritu se derrama en nosotros como en el Bautismo. Pues no recibimos la unción del Espíritu Santo sino en cuanto somos miembros vivos del Hijo de Dios, y por el influjo de esa divina Cabeza.

3.2.- Frutos   de   la   Confirmación.


CIC 1303 Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:

nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir "Abbá, Padre" (Rm8,15).

nos une más firmemente a Cristo

aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo

hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia (cf LG 11)

nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz (cf DS 1319; LG 11,12):

4.- El Corazón de Jesús y la Eucaristía

4.1.- Nuestra unión  con  Jesucristo  y entre nosotros fue el objeto de sus trabajos.

Nuestro corazón ha sido íntimamente unido al Corazón de Jesús por medio del Bautismo, y la Confirmación ha hecho esta unión mucho más es­trecha todavía. La gran obra de la divi­nización de los hombres, objeto de la misión del Hombre-Dios, está ya rnuy adelantada; sin embar­go de eso dista mucho de estar acabada: el Co­razón de Jesús aspira a una unión mucho más estrecha y completa.

4.2.- En qué consiste nuestra unión perfecta con Jesucristo en este mundo

Nuestra unión perfecta con Jesucristo esta prevista en la unión beatífica. Por eso, creó en la tierra, en la comunión eucarística, una más acomodada a nuestra existencia presente por medio de la cual puede satisfacer, cada más más, el deseo de unión que el amor hacia nosotros hace brotar en su Corazón. La comunión eucarística realiza, pues, lo más perfectamente que en la tierra es posible, las aspiraciones del Corazón de Jesús y los misericordiosos designios de su amor. La vida y felicidad de los ángeles y santos del cielo proviene de la posesión del mismo Jesucristo que en la Eucaristía se nos da entero. En ellos va esta posesión acompañada de un pleno gozo, pero está privada del mérito; en nosotros compensa con mérito lo que pierde de dicha; pero entrambas son igualmente reales. Este sacramento de amor hace, pues, que no sólo los cristianos de la tierra entre sí, sino también que los habitantes de la tierra con los del cielo, que los hombres con los ángeles estén en real e íntima unión consumando de este modo en la unidad viviente del Corazón de Jesús toda la creación racional.

CIC 1322 La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.

4.3.- La Eucaristía, fuente y culmen de la vida eclesial. 

1324 La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11). "Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" (PO 5). 

1325 "La comunión de vida divina y la unidad del Pueblo de Dios, sobre los que la propia Iglesia subsiste, se significan adecuadamente y se realizan de manera admirable en la Eucaristía. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre" (Instr. Eucharisticum mysterium, 6). 

1326 Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos (cf 1 Co 15,28). Escribe el resto de tu post aquí.