LAS PROMESAS DEL CORAZÓN DE JESÚS
Las "promesas" del Corazón de Jesús revisten un interés particular y han contribuido mucho en la difusión de esta devoción.
A) Valor de las promesas
Las promesas forman parte importante en el pensamiento de Santa Margarita, de lo que el Señor le manifiesta respecto al culto a su Corazón, y que ella procura transmitir fielmente. En la debida proporción puede, por tanto, aplicarse a las promesas la aprobación que nos ofrece el Magisterio del carisma de Santa Margarita.
B) Horizonte teológico de las promesas
Las promesas del Corazón de Jesús ofrecen un rasgo particular de armonía con el clima de promesas de la revelación cristiana. Es una idea que repite Santa Margarita, la de que la manifestación del culto al Sagrado Corazón es como un último esfuerzo del amor del Señor para derramar sobre los cristianos las gracias de la Redención. Se puede decir que estando la Nueva Alianza caracterizada por las admirables promesas del Salvador, era lógico que éste, como último esfuerzo del Redentor, trajera consigo particulares y singulares promesas de su misericordia.
C) Texto de las promesas
En las Cartas de Santa Margarita a diversos interlocutores como la Madre de Saumaise, la Madre Greyfie, el P. Croisset S.J. etc… se encuentran una serie de promesas, realizadas por el Corazón de Jesús, y que un autor anónimo seleccionó doce y las redactó de forma abreviada. Estas doce promesas las comenta el P. Solano en la obra citada en el encabezamiento. En el devocionario del Sagrado Corazón de Jesús, editado por la Asociación de amigos del Monumento al Corazón de Jesús” de San Sebastián, se han recopilado 16 promesas.
Las 12 promesas clásicas
1.a A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado. CARTA 141
2.a Daré paz a sus familias. CARTA 36; 131; 141
3.a Las consolaré en todas sus aflicciones. CARTA 141
4.a Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte. CARTA 131; 132;141
5.a Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas. CARTA 141
6.a Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia. CARTA 97; 102; 132
7.a Las almas tibias se harán fervorosas. CARTA 40; 141
8.ª Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección. CARTA 141
9.ª Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada. CARTA 36; 131
10.a Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos. CARTA 141
11.a Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él. CARTA 40; 90
12.a A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final. CARTA 87
Otras promesas presentes en las cartas de santa Margarita
Ø Reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan. CARTA 88; 118; 131; 132
Ø Les aliviaré en sus trabajos. CARTA 141
Ø No dejaré morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi Divino Corazón. CARTA 36; 59; 131
Ø Derramaré la unción de mi caridad sobre las Comunidades religiosas que se pongan bajo mi especial protección y seré su salvaguardia en sus caídas. CARTA 131.
Ø Reuniré todos los corazones para formar. CARTA 131.
Ø Promete grandes recompensas a los que se dediquen a establecer el reinado del Corazón de Jesús – abundantes gracias santificantes. CARTA 118; 131; 132
Sentido del texto en Santa Margarita. La Cualidad de "promesas".
Las "promesas" 1, 2, 3, 4, 5, 7 y 8 aparecen fundadas —exclusivamente o principalmente— en la carta 141, escrita por la Santa a su Director.
La carta es muy breve. Las primeras palabras son: "¡Ojalá pudiera contar todo lo que sé de esta amable devoción, y descubrir a toda la tierra los tesoros de gracias que Jesucristo encierra en este Corazón adorable, y que El tiene el designio de repartir con profusión entre todos aquellos que la practicaran".
No son simples afirmaciones de santa Margarita, sino lo que ella conoce como plan del Señor, esto es sus promesas.
E) Sentido de varias promesas
Promesa quinta. “Bendeciré abundantemente sus empresas”
Ø Las "bendiciones" del Señor no llevan consigo necesariamente éxitos humanos y satisfacciones sensibles.
Ø Es evidente para Santa Margarita que ella tiene una vocación personal enteramente singular de amor a la cruz y de participación en los sufrimientos del Señor
Ø Sería contrario al pensamiento de Santa Margarita aceptar por interés egoísta el culto al Corazón de Jesús
Promesa sexta. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
El texto de Santa Margarita presenta una idea de "la divina justicia en su justa cólera", que conviene explicar. La palabra "cólera" lleva consigo una referencia a pasiones humanas, que tantas veces son reprensibles. Cuando en nuestro pobre lenguaje humano aplicamos a Dios este término, sabemos que ha de ser entendido sin alguna imperfección.
La Santa habla también expresamente de la misericordia en Dios: "...a fin de que los pecados no llegasen a su colmo, y que Dios, por su misericordia, perdonara a los pecadores, en gracia del amor que El tiene a este Sagrado Corazón...".(…)
Santa Margarita no opone la justicia de Dios a la misericordia del Corazón de Jesús: "Una vez, habiéndome hecho ver en este Corazón adorable dos santidades, una de amor y la otra de justicia...".
Promesa novena. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada
En la devoción al Corazón de Jesús se trata de responder con un amor reparador al amor tan desconocido del Señor. Tiene sentido particular el exponer en público la imagen del Corazón de Jesús para honrar de este modo al Señor, que tan despreciado fue en particular en su pasión.
F) La "gran promesa". A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
Ø El contenido de la promesa está referido, en primer plano y directamente a los pecadores.
Ø La condición es comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos
Ø Parece evidente que una comunión material, no realizada con las debidas disposiciones exigidas por el Señor, sería una burla y no podría contar con la promesa indicada.
Continuación de las Letanías del Corazón de Jesús por Juan Pablo II
Corazón de Jesús paciente y de mucha misericordia.
Hoy (…) deseamos releer junto con María el Evangelio. En él aparece el Corazón de Jesús, paciente e inmensamente misericordioso. ¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que “pasó haciendo bien” a todos (cf. Hch 10, 38)?
Releamos este Corazón en el momento de la crucifixión. Cuando ha sido traspasado por la lanza. El Corazón paciente, porque está abierto a todos los sufrimientos del hombre. ¡El Corazón paciente, porque está dispuesto El mismo a aceptar un sufrimiento inconmensurable con metro humano.
¡El Corazón paciente, porque es inmensamente misericordioso!
Corazón de Jesús generoso para todos los que te invocan
Nos recogemos hoy para recordarte, oh Madre de Cristo, el acontecimiento que tuvo lugar en Caná de Galilea. Tú conocías su corazón. Sabías que es generoso para aquellos que lo invocan.
Este es el Corazón generoso, puesto que en El habita efectivamente la plenitud: la plenitud de la divinidad habita en Cristo verdadero hombre: y Dios es amor.
Es generoso porque ama, y amar quiere decir prodigar, quiere decir dar. Amar quiere decir ser don. Quiere decir ser para los demás, ser para todos, ser para cada uno.
Corazón de Jesús fuente de vida y de santidad
En aquel lugar encontró a una samaritana, que se acercaba para sacar agua de la fuente. El le dice: “Dame de beber”. La mujer responde: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana?”.
Entonces Jesús replicó: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a El, y El te daría a ti agua viva”.
Todos deseamos acercarnos a esta fuente de agua viva. Todos deseamos beber del Corazón divino, que es fuente de vida y de santidad.
Corazón de Jesús propiciación por nuestros pecados
Jesús, que el domingo de resurrección entra por la puerta cerrada, en el Cenáculo, dice a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo: a quien perdonaréis los pecados, les serán perdonados” (Jn. 20, 23).
Y diciendo esto, les muestra las manos y el costado, en el que están visibles los signos de la crucifixión. Muestra el costado, lugar del Corazón traspasado por la lanza del centurión.
La potencia de la remisión de los pecados, la potencia de la victoria, sobre el mal que alberga en el corazón del hombre, se encierra en la pasión y en la muerte de Cristo Redentor. Un signo particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.LAS PROMESAS DEL CORAZÓN DE JESÚS. – “Teología y vivencia del Culto al Corazón de Cristo”.- P. SOLANO – Continuación Letanías del Corazón de Jesús
Reunión 31-03-2012
Las "promesas" del Corazón de Jesús revisten un interés particular y han contribuido mucho en la difusión de esta devoción
A) Valor de las promesas.
En las Cartas de Santa Margarita a diversos interlocutores como la Madre de Saumaise, la Madre Greyfie, el P. Croisset S.J. etc… se encuentran una serie de promesas, realizadas por el Corazón de Jesús, y que un autor anónimo seleccionó doce y las redactó de forma abreviada. Estas doce promesas las comenta el P. Solano en la obra citada en el encabezamiento. En el devocionario del Sagrado Corazón de Jesús, editado por la Asociación de amigos del Monumento al Corazón de Jesús” de San Sebastián, se han recopilado 16 promesas. Al final de este apartado se adjunta un cuadro en el que se recogen las doce promesas clásicas junto con las 4 añadidas en el citado devocionario y los textos de las cartas de donde han sido extraídas.
Para apreciar la garantía que nos ofrecen dichas promesas, parece que él criterio general puede ser éste: las promesas forman parte importante en el pensamiento de Santa Margarita, de lo que el Señor le manifiesta respecto al culto a su Corazón, y que ella procura transmitir fielmente. En la debida proporción puede, por tanto, aplicarse a las promesas la aprobación que nos ofrece el Magisterio del carisma de Santa Margarita.
Promesas particulares han recibido además un refrendo concreto de parte de la Iglesia, como lo referente a los primeros viernes. La indicación genérica de especiales gracias que por este culto quiere distribuir el Señor, según El lo manifestó a la Santa, aparece también en los documentos pontificios que tratan de la devoción al Corazón de Jesús como son principalmente la Anunm Sacrum de León XIII, Miserentissimus Redemptor de Pío XI y Haurietis Aquas de Pío XII, de las que hemos extractado algunas de las cuestiones básicas y fundamentales de la devoción al Corazón de Jesús tal y como le fue comunicada a santa Margarita María de Alacoque por el propio Jesucristo.
B) Horizonte teológico de las promesas.
Parece oportuno realizar una breve reflexión sobre el lugar que ocupan las promesas hechas por el Señor, dentro del marco más general de la revelación cristiana.
En primer lugar, se lee en el Evangelio: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo... y hallaréis descanso para vuestras almas..." (Mt 11,28-29). Si Jesús hace promesas que tan poderosamente atraen al ser humano de todos los tiempos, insatisfecho, agobiado y turbado, no es porque el Maestro desee discípulos interesados. Bien claramente dirá El: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24). La razón de estas promesas estriba fundamentalmente en ofrecer una ayuda para superar la desorientación en que se encuentra el hombre después del pecado original y tentado fuertemente por los poderes del mundo, el demonio y la carne.
De ahí que también las bienaventuranzas son promesas, desde la primera palabra "dichosos" hasta los términos del segundo miembro de la frase: "de ellos es el reino de los cielos", "ellos poseerán la tierra", "ellos serán consolados", "ellos verán a Dios"... (Mt 5,3-10). Concluye todavía el Señor: "Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa..." (Mt 5,12).
La Sagrada Escritura presenta las relaciones entre Dios y los hombres en la perspectiva de una "alianza", como es llamada expresamente desde la alianza que Dios estableció con Noé, con su descendencia y con todo ser vivo que estaba con Noé (Gen 9,8-17). Encontramos también la alianza con Abraham (Gen 17) y con los hijos de Israel: "Esta es la sangre de la alianza que hace con vosotros Yahveh..." (Ex 24,8). En el Nuevo Testamento es central la sangre de la Nueva Alianza, "derramada por la muchedumbre para la remisión de los pecados" (Mt 26,28).
La alianza divina es siempre de protección y por eso va acompañada de promesas: el arco iris en las nubes para que las aguas del diluvio no vuelvan a destruir toda carne (Gen 9,14-17), la descendencia incontable de Abraham junto con la posesión perpetua de toda la tierra de Canaán (Gen 17,4-8), el perdón de los pecados, con la verdadera santidad y la vida eterna en la Alianza del Nuevo Testamento.
San Pablo da al Espíritu Santo el apelativo: "el Espíritu de la promesa" (Ef 1,13), y designa a los creyentes como "los hijos de la promesa (Rom 9,8). Jesús mismo había hablado del Espíritu Santo como de "la promesa del Padre" (Hech 1,4).
Sería una disposición personal absurda la de quien no quisiera saber nada de promesas o de protección y ayuda de parte de Dios. El hombre no se basta a sí mismo sino que tiene apremiante necesidad de Dios. Si creemos poseer ya lo suficiente, nos serán dichas las palabras del Apocalipsis: "Dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad, y no sabes que eres un desdichado, un miserable, un indigente, un ciego y un desnudo" (3,17).
La postura recta es la de aquella humildísima "esclava del Señor", la cual, en cumplimiento de antiguas promesas, había sido enriquecida por encima de todas las criaturas: "Engrandece mi alma, Señor..., porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso..., a los hambrientos los llenó de bienes..., acordándose de su misericordia, según lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre" (Lc 1,46-55).
Las promesas del Corazón de Jesús ofrecen un rasgo particular de armonía con el clima de promesas de la revelación cristiana. Es una idea que repite Santa Margarita, la de que la manifestación del culto al Sagrado Corazón es como un último esfuerzo del amor del Señor para derramar sobre los cristianos las gracias de la Redención. Se puede decir que estando la Nueva Alianza caracterizada por las admirables promesas del Salvador, era lógico que éste, como último esfuerzo del Redentor, trajera consigo particulares y singulares promesas de su misericordia.
C) Texto de las promesas.
Nos hallamos ante una colección anónima de afirmaciones que se encuentran esparcidas en los escritos de Santa Margarita. El coleccionador anónimo redactó las frases en estilo conciso, directo y personal, como promesas hechas por el Sagrado Corazón con esas mismas palabras. Esta forma no es original de la Santa, a excepción de la llamada "gran promesa".
Presentamos, en el cuadro siguiente, en la primera columna el texto de las doce promesas tradicionales, en la segunda las dieciséis del devocionario citado, añadiendo algunas que podrían estar incluidas en alguna más general, pero que especifican aspectos concretos de interés espiritual singular. Se han escrito mantenido el orden de las doce promesas.
Las "promesas" del Corazón de Jesús revisten un interés particular y han contribuido mucho en la difusión de esta devoción.
A) Valor de las promesas
Las promesas forman parte importante en el pensamiento de Santa Margarita, de lo que el Señor le manifiesta respecto al culto a su Corazón, y que ella procura transmitir fielmente. En la debida proporción puede, por tanto, aplicarse a las promesas la aprobación que nos ofrece el Magisterio del carisma de Santa Margarita.
B) Horizonte teológico de las promesas
Las promesas del Corazón de Jesús ofrecen un rasgo particular de armonía con el clima de promesas de la revelación cristiana. Es una idea que repite Santa Margarita, la de que la manifestación del culto al Sagrado Corazón es como un último esfuerzo del amor del Señor para derramar sobre los cristianos las gracias de la Redención. Se puede decir que estando la Nueva Alianza caracterizada por las admirables promesas del Salvador, era lógico que éste, como último esfuerzo del Redentor, trajera consigo particulares y singulares promesas de su misericordia.
C) Texto de las promesas
En las Cartas de Santa Margarita a diversos interlocutores como la Madre de Saumaise, la Madre Greyfie, el P. Croisset S.J. etc… se encuentran una serie de promesas, realizadas por el Corazón de Jesús, y que un autor anónimo seleccionó doce y las redactó de forma abreviada. Estas doce promesas las comenta el P. Solano en la obra citada en el encabezamiento. En el devocionario del Sagrado Corazón de Jesús, editado por la Asociación de amigos del Monumento al Corazón de Jesús” de San Sebastián, se han recopilado 16 promesas.
Las 12 promesas clásicas
1.a A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado. CARTA 141
2.a Daré paz a sus familias. CARTA 36; 131; 141
3.a Las consolaré en todas sus aflicciones. CARTA 141
4.a Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte. CARTA 131; 132;141
5.a Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas. CARTA 141
6.a Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia. CARTA 97; 102; 132
7.a Las almas tibias se harán fervorosas. CARTA 40; 141
8.ª Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección. CARTA 141
9.ª Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada. CARTA 36; 131
10.a Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos. CARTA 141
11.a Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él. CARTA 40; 90
12.a A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final. CARTA 87
Otras promesas presentes en las cartas de santa Margarita
Ø Reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan. CARTA 88; 118; 131; 132
Ø Les aliviaré en sus trabajos. CARTA 141
Ø No dejaré morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi Divino Corazón. CARTA 36; 59; 131
Ø Derramaré la unción de mi caridad sobre las Comunidades religiosas que se pongan bajo mi especial protección y seré su salvaguardia en sus caídas. CARTA 131.
Ø Reuniré todos los corazones para formar. CARTA 131.
Ø Promete grandes recompensas a los que se dediquen a establecer el reinado del Corazón de Jesús – abundantes gracias santificantes. CARTA 118; 131; 132
Sentido del texto en Santa Margarita. La Cualidad de "promesas".
Las "promesas" 1, 2, 3, 4, 5, 7 y 8 aparecen fundadas —exclusivamente o principalmente— en la carta 141, escrita por la Santa a su Director.
La carta es muy breve. Las primeras palabras son: "¡Ojalá pudiera contar todo lo que sé de esta amable devoción, y descubrir a toda la tierra los tesoros de gracias que Jesucristo encierra en este Corazón adorable, y que El tiene el designio de repartir con profusión entre todos aquellos que la practicaran".
No son simples afirmaciones de santa Margarita, sino lo que ella conoce como plan del Señor, esto es sus promesas.
E) Sentido de varias promesas
Promesa quinta. “Bendeciré abundantemente sus empresas”
Ø Las "bendiciones" del Señor no llevan consigo necesariamente éxitos humanos y satisfacciones sensibles.
Ø Es evidente para Santa Margarita que ella tiene una vocación personal enteramente singular de amor a la cruz y de participación en los sufrimientos del Señor
Ø Sería contrario al pensamiento de Santa Margarita aceptar por interés egoísta el culto al Corazón de Jesús
Promesa sexta. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
El texto de Santa Margarita presenta una idea de "la divina justicia en su justa cólera", que conviene explicar. La palabra "cólera" lleva consigo una referencia a pasiones humanas, que tantas veces son reprensibles. Cuando en nuestro pobre lenguaje humano aplicamos a Dios este término, sabemos que ha de ser entendido sin alguna imperfección.
La Santa habla también expresamente de la misericordia en Dios: "...a fin de que los pecados no llegasen a su colmo, y que Dios, por su misericordia, perdonara a los pecadores, en gracia del amor que El tiene a este Sagrado Corazón...".(…)
Santa Margarita no opone la justicia de Dios a la misericordia del Corazón de Jesús: "Una vez, habiéndome hecho ver en este Corazón adorable dos santidades, una de amor y la otra de justicia...".
Promesa novena. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada
En la devoción al Corazón de Jesús se trata de responder con un amor reparador al amor tan desconocido del Señor. Tiene sentido particular el exponer en público la imagen del Corazón de Jesús para honrar de este modo al Señor, que tan despreciado fue en particular en su pasión.
F) La "gran promesa". A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
Ø El contenido de la promesa está referido, en primer plano y directamente a los pecadores.
Ø La condición es comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos
Ø Parece evidente que una comunión material, no realizada con las debidas disposiciones exigidas por el Señor, sería una burla y no podría contar con la promesa indicada.
Continuación de las Letanías del Corazón de Jesús por Juan Pablo II
Corazón de Jesús paciente y de mucha misericordia.
Hoy (…) deseamos releer junto con María el Evangelio. En él aparece el Corazón de Jesús, paciente e inmensamente misericordioso. ¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que “pasó haciendo bien” a todos (cf. Hch 10, 38)?
Releamos este Corazón en el momento de la crucifixión. Cuando ha sido traspasado por la lanza. El Corazón paciente, porque está abierto a todos los sufrimientos del hombre. ¡El Corazón paciente, porque está dispuesto El mismo a aceptar un sufrimiento inconmensurable con metro humano.
¡El Corazón paciente, porque es inmensamente misericordioso!
Corazón de Jesús generoso para todos los que te invocan
Nos recogemos hoy para recordarte, oh Madre de Cristo, el acontecimiento que tuvo lugar en Caná de Galilea. Tú conocías su corazón. Sabías que es generoso para aquellos que lo invocan.
Este es el Corazón generoso, puesto que en El habita efectivamente la plenitud: la plenitud de la divinidad habita en Cristo verdadero hombre: y Dios es amor.
Es generoso porque ama, y amar quiere decir prodigar, quiere decir dar. Amar quiere decir ser don. Quiere decir ser para los demás, ser para todos, ser para cada uno.
Corazón de Jesús fuente de vida y de santidad
En aquel lugar encontró a una samaritana, que se acercaba para sacar agua de la fuente. El le dice: “Dame de beber”. La mujer responde: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana?”.
Entonces Jesús replicó: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a El, y El te daría a ti agua viva”.
Todos deseamos acercarnos a esta fuente de agua viva. Todos deseamos beber del Corazón divino, que es fuente de vida y de santidad.
Corazón de Jesús propiciación por nuestros pecados
Jesús, que el domingo de resurrección entra por la puerta cerrada, en el Cenáculo, dice a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo: a quien perdonaréis los pecados, les serán perdonados” (Jn. 20, 23).
Y diciendo esto, les muestra las manos y el costado, en el que están visibles los signos de la crucifixión. Muestra el costado, lugar del Corazón traspasado por la lanza del centurión.
La potencia de la remisión de los pecados, la potencia de la victoria, sobre el mal que alberga en el corazón del hombre, se encierra en la pasión y en la muerte de Cristo Redentor. Un signo particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.LAS PROMESAS DEL CORAZÓN DE JESÚS. – “Teología y vivencia del Culto al Corazón de Cristo”.- P. SOLANO – Continuación Letanías del Corazón de Jesús
Reunión 31-03-2012
Las "promesas" del Corazón de Jesús revisten un interés particular y han contribuido mucho en la difusión de esta devoción
A) Valor de las promesas.
En las Cartas de Santa Margarita a diversos interlocutores como la Madre de Saumaise, la Madre Greyfie, el P. Croisset S.J. etc… se encuentran una serie de promesas, realizadas por el Corazón de Jesús, y que un autor anónimo seleccionó doce y las redactó de forma abreviada. Estas doce promesas las comenta el P. Solano en la obra citada en el encabezamiento. En el devocionario del Sagrado Corazón de Jesús, editado por la Asociación de amigos del Monumento al Corazón de Jesús” de San Sebastián, se han recopilado 16 promesas. Al final de este apartado se adjunta un cuadro en el que se recogen las doce promesas clásicas junto con las 4 añadidas en el citado devocionario y los textos de las cartas de donde han sido extraídas.
Para apreciar la garantía que nos ofrecen dichas promesas, parece que él criterio general puede ser éste: las promesas forman parte importante en el pensamiento de Santa Margarita, de lo que el Señor le manifiesta respecto al culto a su Corazón, y que ella procura transmitir fielmente. En la debida proporción puede, por tanto, aplicarse a las promesas la aprobación que nos ofrece el Magisterio del carisma de Santa Margarita.
Promesas particulares han recibido además un refrendo concreto de parte de la Iglesia, como lo referente a los primeros viernes. La indicación genérica de especiales gracias que por este culto quiere distribuir el Señor, según El lo manifestó a la Santa, aparece también en los documentos pontificios que tratan de la devoción al Corazón de Jesús como son principalmente la Anunm Sacrum de León XIII, Miserentissimus Redemptor de Pío XI y Haurietis Aquas de Pío XII, de las que hemos extractado algunas de las cuestiones básicas y fundamentales de la devoción al Corazón de Jesús tal y como le fue comunicada a santa Margarita María de Alacoque por el propio Jesucristo.
B) Horizonte teológico de las promesas.
Parece oportuno realizar una breve reflexión sobre el lugar que ocupan las promesas hechas por el Señor, dentro del marco más general de la revelación cristiana.
En primer lugar, se lee en el Evangelio: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo... y hallaréis descanso para vuestras almas..." (Mt 11,28-29). Si Jesús hace promesas que tan poderosamente atraen al ser humano de todos los tiempos, insatisfecho, agobiado y turbado, no es porque el Maestro desee discípulos interesados. Bien claramente dirá El: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24). La razón de estas promesas estriba fundamentalmente en ofrecer una ayuda para superar la desorientación en que se encuentra el hombre después del pecado original y tentado fuertemente por los poderes del mundo, el demonio y la carne.
De ahí que también las bienaventuranzas son promesas, desde la primera palabra "dichosos" hasta los términos del segundo miembro de la frase: "de ellos es el reino de los cielos", "ellos poseerán la tierra", "ellos serán consolados", "ellos verán a Dios"... (Mt 5,3-10). Concluye todavía el Señor: "Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa..." (Mt 5,12).
La Sagrada Escritura presenta las relaciones entre Dios y los hombres en la perspectiva de una "alianza", como es llamada expresamente desde la alianza que Dios estableció con Noé, con su descendencia y con todo ser vivo que estaba con Noé (Gen 9,8-17). Encontramos también la alianza con Abraham (Gen 17) y con los hijos de Israel: "Esta es la sangre de la alianza que hace con vosotros Yahveh..." (Ex 24,8). En el Nuevo Testamento es central la sangre de la Nueva Alianza, "derramada por la muchedumbre para la remisión de los pecados" (Mt 26,28).
La alianza divina es siempre de protección y por eso va acompañada de promesas: el arco iris en las nubes para que las aguas del diluvio no vuelvan a destruir toda carne (Gen 9,14-17), la descendencia incontable de Abraham junto con la posesión perpetua de toda la tierra de Canaán (Gen 17,4-8), el perdón de los pecados, con la verdadera santidad y la vida eterna en la Alianza del Nuevo Testamento.
San Pablo da al Espíritu Santo el apelativo: "el Espíritu de la promesa" (Ef 1,13), y designa a los creyentes como "los hijos de la promesa (Rom 9,8). Jesús mismo había hablado del Espíritu Santo como de "la promesa del Padre" (Hech 1,4).
Sería una disposición personal absurda la de quien no quisiera saber nada de promesas o de protección y ayuda de parte de Dios. El hombre no se basta a sí mismo sino que tiene apremiante necesidad de Dios. Si creemos poseer ya lo suficiente, nos serán dichas las palabras del Apocalipsis: "Dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad, y no sabes que eres un desdichado, un miserable, un indigente, un ciego y un desnudo" (3,17).
La postura recta es la de aquella humildísima "esclava del Señor", la cual, en cumplimiento de antiguas promesas, había sido enriquecida por encima de todas las criaturas: "Engrandece mi alma, Señor..., porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso..., a los hambrientos los llenó de bienes..., acordándose de su misericordia, según lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre" (Lc 1,46-55).
Las promesas del Corazón de Jesús ofrecen un rasgo particular de armonía con el clima de promesas de la revelación cristiana. Es una idea que repite Santa Margarita, la de que la manifestación del culto al Sagrado Corazón es como un último esfuerzo del amor del Señor para derramar sobre los cristianos las gracias de la Redención. Se puede decir que estando la Nueva Alianza caracterizada por las admirables promesas del Salvador, era lógico que éste, como último esfuerzo del Redentor, trajera consigo particulares y singulares promesas de su misericordia.
C) Texto de las promesas.
Nos hallamos ante una colección anónima de afirmaciones que se encuentran esparcidas en los escritos de Santa Margarita. El coleccionador anónimo redactó las frases en estilo conciso, directo y personal, como promesas hechas por el Sagrado Corazón con esas mismas palabras. Esta forma no es original de la Santa, a excepción de la llamada "gran promesa".
Presentamos, en el cuadro siguiente, en la primera columna el texto de las doce promesas tradicionales, en la segunda las dieciséis del devocionario citado, añadiendo algunas que podrían estar incluidas en alguna más general, pero que especifican aspectos concretos de interés espiritual singular. Se han escrito mantenido el orden de las doce promesas.
.Las 12 promesas clásicas
1.a A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado. CARTA 141
2.a Daré paz a sus familias. CARTA 36; 131; 141
3.a Las consolaré en todas sus aflicciones. CARTA 141
4.a Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte. CARTA 131; 132;141
5.a Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas. CARTA 141
6.a Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia. CARTA 97; 102; 132
7.a Las almas tibias se harán fervorosas. CARTA 40; 141
8.ª Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección. CARTA 141
9.ª Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada. CARTA 36; 131
10.a Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos. CARTA 141
11.a Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él. CARTA 40; 90
12.a A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final. CARTA 87
Otras promesas presentes en las cartas de santa Margarita
Ø Reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan. CARTA 88; 118; 131; 132
Ø Les aliviaré en sus trabajos. CARTA 141
Ø No dejaré morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi Divino Corazón. CARTA 36; 59; 131
Ø Derramaré la unción de mi caridad sobre las Comunidades religiosas que se pongan bajo mi especial protección y seré su salvaguardia en sus caídas. CARTA 131.
Ø Reuniré todos los corazones para formar. CARTA 131.
Ø Promete grandes recompensas a los que se dediquen a establecer el reinado del Corazón de Jesús – abundantes gracias santificantes. CARTA 118; 131; 132
1.a A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado. CARTA 141
2.a Daré paz a sus familias. CARTA 36; 131; 141
3.a Las consolaré en todas sus aflicciones. CARTA 141
4.a Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte. CARTA 131; 132;141
5.a Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas. CARTA 141
6.a Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia. CARTA 97; 102; 132
7.a Las almas tibias se harán fervorosas. CARTA 40; 141
8.ª Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección. CARTA 141
9.ª Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada. CARTA 36; 131
10.a Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos. CARTA 141
11.a Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él. CARTA 40; 90
12.a A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final. CARTA 87
Otras promesas presentes en las cartas de santa Margarita
Ø Reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello se opongan. CARTA 88; 118; 131; 132
Ø Les aliviaré en sus trabajos. CARTA 141
Ø No dejaré morir eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi Divino Corazón. CARTA 36; 59; 131
Ø Derramaré la unción de mi caridad sobre las Comunidades religiosas que se pongan bajo mi especial protección y seré su salvaguardia en sus caídas. CARTA 131.
Ø Reuniré todos los corazones para formar. CARTA 131.
Ø Promete grandes recompensas a los que se dediquen a establecer el reinado del Corazón de Jesús – abundantes gracias santificantes. CARTA 118; 131; 132
Sentido del texto en Santa Margarita. La Cualidad de "promesas".
Las "promesas" 1, 2, 3, 4, 5, 7 y 8 aparecen fundadas —exclusivamente o principalmente— en la carta 141, escrita por la Santa a su Director. No sabemos con seguridad si la Santa se dirige aquí al P. de la Colombiére o al P. Rolin o al P. Croiset.
La carta es muy breve. El texto sólo no llenaría dos páginas de la edición del P. Tejada. Las primeras palabras referidas de la Santa son: "¡Ojalá pudiera contar todo lo que sé de esta amable devoción, y descubrir a toda la tierra los tesoros de gracias que Jesucristo encierra en este Corazón adorable, y que El tiene el designio de repartir con profusión entre todos aquellos que la practicaran".
No se trata únicamente de lo que sabe la Santa acerca de los tesoros encerrados en esta devoción, sino que ella se refiere además al designio que abriga el Corazón del Señor, de distribuir estas riquezas.
A continuación, añade Santa Margarita: "Jesucristo me ha hecho conocer en manera que no deja lugar a duda...", y se refiere a que por medio de los PP de la Compañía principalmente quería establecer en todas partes esta sólida devoción y de los admirables frutos de ella.
Continúa todavía: "Los tesoros de bendiciones y de gracias que encierra este Sagrado Corazón son infinitos... Sí, lo digo con seguridad, si se supiera cuan agradable es esta devoción a Jesucristo, no hay un cristiano, por poco amor que tenga hacia este amable Salvador, que no la practicara en seguida. “
Se puede decir que el sentido obvio de las "afirmaciones" hechas por la Santa es el de referirse a lo que el Sagrado Corazón le ha dado a conocer, no precisamente acerca de la que se puede llamar excelencia intrínseca de esta devoción, sino del "designio" del Sagrado Corazón con respecto a esta devoción.
La lectura de las cartas de Santa Margarita y de su Autobiografía lleva espontáneamente a confirmar esta manera de ser. Las que, consideradas en sí mismas, podrían parecer simples "afirmaciones" de la Santa son, en verdad, enunciado de lo que ella conoce como plan del Señor. Con otras palabras, equivale a transmitirnos "promesas" del Señor.
La promesa segunda (Daré paz a sus familias ) confirma esta interpretación, ya que al texto de la carta 141 se añade el de la carta 131, que explícitamente, dice: "promete..., además, que El reuniría todos los corazones para no formar más que uno con Él”. Lo mismo vale de la promesa cuarta, como referimos al presentar más arriba el texto de las promesas. Algo semejante podría decirse de la promesa séptima (Las almas tibias se harán fervorosas).
La promesa sexta (Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia ) no presenta la forma de "promesa". Sin embargo, no se puede dudar de que lo sea. (…)
La novena (Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada) es explícita y repetida promesa del Sagrado Corazón, como es explícita también la décima (Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos) y, por supuesto, la duodécima (A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final).
Encontramos la promesa undécima (Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él). como promesa referida a muchas personas contemporáneas de la Santa. (…)
Promesa clara en este mismo sentido es la que enuncia Santa Margarita con respecto a la Madre de Saumaise. En la famosa visión del 2 de julio de 1688, fiesta de la Visitación de la Virgen, aparece el hecho de que quienes más habían trabajado en hacer conocer y amar al Sagrado Corazón tenían sus nombres escritos con letras de oro de manera imborrable en el Corazón del Señor.(…)
E) Sentido de varias promesas.
A base de los escritos mismos de Santa Margarita podemos precisar el recto sentido en que han de tomarse algunas de las promesas, que tal vez se prestarían a interpretaciones no conformes al pensamiento que ha querido expresar la Santa.
1. Promesa quinta. “Bendeciré abundantemente sus empresas”
Las "bendiciones" del Señor no llevan consigo necesariamente éxitos humanos y satisfacciones sensibles. Sin entrar aquí en él misterio de la Providencia divina y en la realidad de lo que fue la vida y la pasión del mismo Hijo de Dios hecho hombre, Santa Margarita ofrece pasos muy significativos.
Es evidente para Santa Margarita que ella tiene una vocación personal enteramente singular de amor a la cruz y de participación en los sufrimientos del Señor. Ella sabe distinguir muy bien lo que el Sagrado Corazón puede pedir a cada uno. De todos modos, ningún cristiano ignora las palabras tan generales de Jesús: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24). Este texto en el evangelio de San Lucas precisa más: "tome su cruz cada día" (Lc 9,23).
Estas bendiciones del Sagrado Corazón se insertan en el cuadro de gracias, aun de orden temporal, que el Señor nos dice que le pidamos y que la Iglesia y los fieles continuamente piden a su Señor. (…)
Notemos a la vez que sería contrario al pensamiento de Santa Margarita aceptar por interés egoísta el culto al Corazón de Jesús. Decía ella a la Madre de Saumaise, después de haberle comunicado de parte del Sagrado Corazón gracias especiales que el Señor le concedería, si abrazaba esta devoción: "Pero, como El quiere que le deis este gusto sin interés, por el amor de El mismo, no me permite El expresaros el resto de lo que os reserva, si le dais este contento". Al P. Croiset: "Y la razón por la que no me está permitido hablar de las recompensas que El promete a los que empleará en esta santa obra, es con objeto de que trabajen sin otro interés que el de su gloria, teniendo de mira su puro amor".
2. Promesa sexta. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
El texto de Santa Margarita, citado en segundo lugar, tomado de la carta 97 a la Madre de Saumaise, presenta una idea de "la divina justicia en su justa cólera", que conviene explicar.
A veces sorprende hoy este lenguaje, porque parece que con el Dios del Nuevo Testamento no dice bien el que se hable de "su justa cólera" y quizá ni aún de la "divina justicia". Parecería preferible atenerse a las palabras de San Juan: "Dios es amor" (1 Jn 4,8.16).
La palabra "cólera" lleva consigo una referencia a pasiones humanas, que tantas veces son reprensibles. Cuando en nuestro pobre lenguaje humano aplicamos a Dios este término, sabemos que ha de ser entendido sin alguna imperfección. Por lo demás, aun San Pablo en el Nuevo Testamento lo emplea: "Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia de los hombres..." (Rom 1,18; véase 2,5.8; Ef 5,6; Col 3,16; 1 Tes 2,16).
En cuanto al problema real, y no sólo de terminología, es preciso recordar que Jesús mismo, que es quien nos ha revelado el amor de Dios, ha pronunciado terribles en el juicio final: "Apartaos de mí, malditos..." (Mt 25,41; cf. Lc 13,27).
Una dificultad diferente presenta el texto de Santa Margarita, y esta dificultad aparece aún más marcada en otros pasajes suyos. Parece que se contraponen la justicia de Dios y la misericordia del Corazón de Jesús. Si se entendiera realmente de ese modo, habría aquí un error. La misericordia del Corazón de Jesús, en cuanto hombre, es precisamente reflejo de la misericordia divina y participación de la de Dios; y en cuanto Dios, es la misma única misericordia del Padre y del Espíritu Santo.
Semejantes expresiones de Santa Margarita responden a un modo de hablar que era frecuente en su tiempo y que se oía desde los pulpitos. (…)
La Santa, por lo demás, hablará expresamente también de la misericordia en Dios: "...a fin de que los pecados no llegasen a su colmo, y que Dios, por su misericordia, perdonara a los pecadores, en gracia del amor que El tiene a este Sagrado Corazón...".(…)
Santa Margarita en el fondo de su pensamiento no opone la justicia de Dios a la misericordia del Corazón de Jesús, al ver que en el mismo Corazón de Jesús ve ella esos dos aspectos como opuestos: "Una vez, habiéndome hecho ver en este Corazón adorable dos santidades, una de amor y la otra de justicia...".
3. Promesa novena. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada
Es patente en Santa Margarita la exigencia que trae consigo el aceptar la devoción al Corazón de Jesús. Se trata de responder con un amor reparador al amor tan desconocido del Señor. A la vez es notable la fuerza que pone la Santa de parte del Señor en prácticas concretas, como ésta, exponer en público la imagen del Corazón de Jesús.
Responde esto no a un empequeñecimiento del culto al Sagrado Corazón y mucho menos a su reducción a algunas prácticas exteriores, sino a la realidad humana, que de lo exterior pasa a lo interior y que manifiesta de modo sensible lo que encierra en su espíritu. (…)
Dentro de la idea de la reparación tiene sentido particular el exponer en público la imagen del Corazón de Jesús para honrar de este modo al Señor, que tan despreciado fue en particular en su pasión, y lo sigue siendo de parte de tantos que no le reconocen. (…)
No podemos convertir en obstáculo para llegar al Corazón de Cristo lo que El sancionó como una poderosa ayuda. Pero tampoco nos es lícito desconocer la fuerza de las imágenes en esta que es llamada "cultura de la imagen", ni podemos contribuir al olvido de Cristo y de su Corazón, en un mundo que pretende secularizarse y que está desconociendo los valores del amor genuino, y de la verdadera afectividad humana. Ni puede el creyente dejar de tener presentes las palabras de Jesús: "Porque quien se avergüenza de mí..., de él se avergonzará el Hijo del hombre..." (Lc 9,26).
F) La "gran promesa". A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
La Santa en este caso trata de referirnos palabras textuales del Sagrado Corazón. Las introduce precisando la ocasión en que las dijo el Señor, a saber, durante la comunión de un viernes. Modestamente, añade ella: "si no me equivoco".
El tono es el de una promesa excepcional, y así habla el Señor de "la excesiva misericordia de mi Corazón", de "su amor todopoderoso".
El contenido de la promesa está referido, en primer plano y directamente a los pecadores: "la gracia del arrepentimiento final, no muriendo en mi desgracia". Lo que añade el Señor se puede referir por igual a los pecadores y a los que ya estuvieran en la gracia del Señor: "no muriendo... sin recibir sus sacramentos (los sacramentos que son propios de ese momento), haciéndose mi Divino Corazón su asilo asegurado en el último momento".
La condición es comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos. Exige nueve comuniones, en el primer viernes de mes, y nueve primeros viernes de mes seguidos.
Parece evidente que una comunión material, no realizada con las debidas disposiciones exigidas por el Señor, sería una burla y no podría contar con la promesa indicada. (…) Si se trata del acto supremo del culto como lo es la Eucaristía, este acto habrá de ser realizado "en espíritu y en verdad" (Jn 4,24).
Continuación de las Letanías del Corazón de Jesús por Juan Pablo II
Corazón de Jesús paciente y de mucha misericordia
Hoy (…) deseamos releer una vez más, junto con María, el Evangelio. En él aparece el Corazón de Jesús, paciente e inmensamente misericordioso.
¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que “pasó haciendo bien” a todos (cf. Hch 10, 38)? ¿De Aquel que hizo que los ciegos adquiriesen la vista, los cojos caminasen, los muertos resucitasen? ¿Qué a los pobres se les anunciara la Buena Nueva? (Cf. Lc 7, 22)
¿No es tal vez así el Corazón de Jesús, que no tenía Él mismo dónde reclinar la cabeza, mientras que los lobos tienen sus guaridas y los pájaros sus nidos (cf. Mt. 8, 20)?
¿No es tal vez así el Corazón de Jesús, que defendió a la mujer adúltera de la lapidación y luego le dijo: “Vete, y desde ahora en adelante no peques más” (cf. Jn 8, 3- 10)?
¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que fue llamado “amigo de publicanos y pecadores” (cf. Mt 11, 19)?
2. ¡Miremos, junto con María, el interior de este Corazón!
¡Releámoslo a lo largo del Evangelio!
Más aún, sobre todo releamos este Corazón en el momento de la crucifixión. Cuando ha sido traspasado por la lanza. Cuando se ha desvelado hasta el fondo el misterio en El escrito.
El Corazón paciente, porque está abierto a todos los sufrimientos del hombre. ¡El Corazón paciente, porque está dispuesto El mismo a aceptar un sufrimiento inconmensurable con metro humano.
¡El Corazón paciente, porque es inmensamente misericordioso!
En efecto, ¿qué es la misericordia, sino esa medida particularísima del amor, que se expresa en el sufrimiento?
¿Qué es, en efecto, la misericordia sino esa medida definitiva del amor, que desciende al centro mismo del mal para vencerlo con el bien?
¿Qué es sino el amor que vence el pecado del mundo mediante el sufrimiento y la muerte?
3. ¡Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia!
¡Madre, que has mirado en este Corazón, cuando estabas presente al pie de la cruz!
Madre que, por voluntad de este Corazón, te has hecho Madre de todos nosotros.
¿Quién conoce como Tú el misterio del Corazón de Jesús en Belén, en Nazaret, en el Calvario?
¿Quién como Tú sabe que es paciente e inmensamente misericordioso?
¿Quién como Tú da testimonio incesantemente de ello? 27 de julio, 1986
Corazón de Jesús generoso para todos los que te invocan
Nos recogemos hoy durante la oración del Angelus para recordarte, oh Madre de Cristo, el acontecimiento que tuvo lugar en Caná de Galilea. Esto ocurrió al comienzo de la actividad mesiánica. Jesús había sido invitado, contigo y sus primeros discípulos, a las bodas. Y cuando faltó el vino, Tú, María, dijiste a Jesús: Hijo, “no tienen vino” (Jn 2, 3).
Tú conocías su corazón. Sabías que es generoso para aquellos que lo invocan.
Con tu oración en Caná de Galilea hiciste que el Corazón de Jesús se revelase en su generosidad.
2. Este es el Corazón generoso, puesto que en El habita efectivamente la plenitud: la plenitud de la divinidad habita en Cristo verdadero hombre: y Dios es amor.
Es generoso porque ama, y amar quiere decir prodigar, quiere decir dar. Amar quiere decir ser don. Quiere decir ser para los demás, ser para todos, ser para cada uno.
Para cada uno que llama. Llama a veces, incluso sin palabras. Llama por el hecho de poner al descubierto toda su verdad, y, en esta verdad, llama al amor.
La verdad tiene la fuerza de llamar al amor. Mediante la verdad todos aquellos que son “pobres de espíritu”, que “tienen hambre y sed de justicia” que, ellos mismos, “son misericordiosos” tienen la fuerza de llamar al amor.
Todos ellos – y tantos otros más – tienen un maravilloso “poder” sobre el amor. Todos ellos hacen que el amor se comunique, se dé y se manifieste así la generosidad del corazón.
Entre todos ellos, Tú, María, eres la primera.
3. ¡Corazón de Jesús, generoso para aquellos que te invocan! Mediante esta generosidad en amor no se agota, sino que crece. Crece constantemente. Esta es la naturaleza misteriosa del amor. Y este es también el misterio del Corazón de Jesús, que es generoso para con todos.
Se abre a todos y a cada uno. Se abre completamente por sí mismo. Y en esta generosidad no se agota. La generosidad del Corazón da testimonio de que el amor no está sometido a las leyes de la muerte, sino a las leyes de la resurrección y la vida. Da testimonio de que el amor crece con el amor. Esa es su naturaleza.
4. De esta verdad sobre el amor, dio testimonio en nuestros tiempos Pablo VI. Su corazón humano cesó de latir aquí, en Castelgandolfo, hace ocho años, en la fiesta de la Transfiguración del Señor.
Su humilde sucesor hace suya la misma verdad sobre el amor, que el difunto Pontífice proclamó con la palabra y con la vida hasta el final, invocando al Corazón divino.
Y por ello, pensando en el Papa Pablo VI, hoy, durante la oración del Angelus, nos unimos de modo particular a María, y decimos: Corazón de Jesús, generoso para aquellos que te invocan, acoge a tu siervo en tu eterna luz. 3 de agosto, 1986
Corazón de Jesús fuente de vida y de santidad
Recordemos cuando Jesús se acercó a la pequeña ciudad de Samaria, llamada Sicar, donde se encontraba una fuente que se remontaba a los tiempos del Patriarca Jacob.
En aquel lugar encontró a una samaritana, que se acercaba para sacar agua de la fuente. El le dice: “Dame de beber”. La mujer responde: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana?”.
Entonces Jesús replicó: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a El, y El te daría a ti agua viva”.
Y continuó: “El agua que yo te dé se hará en ti fuente que salte hasta la vida eterna” (cf. Jn. 4, 5-14).
¡Fuente! ¡Fuente de vida y de santidad!
2. En otra ocasión, en el último día de la fiesta de los Tabernáculos en Jerusalén, Jesús - como escribe también el Evangelista Juan – “gritó, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva correrán en su seno”. El Evangelista añade: “Esto dijo del Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en El” (Jn. 7, 37-39).
3. Todos deseamos acercarnos a esta fuente de agua viva. Todos deseamos beber del Corazón divino, que es fuente de vida y de santidad.
En El nos ha sido dado el Espíritu Santo, que se da constantemente a todos aquellos que con adoración y amor se acercan a Cristo, a su Corazón.
Acercarse a la fuente quiere decir alcanzar el principio. No hay en el mundo creado otro lugar del cual pueda brotar la santidad para la vida humana, fuera de este Corazón, que ha amado tanto. “Ríos de agua viva” han manado de tantos corazones... y ¡manan todavía! De ello dan testimonio los Santos de todos los tiempos.
4. Te pedimos, Madre de Cristo, que seas nuestra Guía al Corazón de tu Hijo. Te pedimos que nos acerques a El y nos enseñes a vivir en intimidad con este Corazón, que es fuente de vida y de santidad. 10 de agosto, 1986.
Corazón de Jesús propiciación por nuestros pecados
El Corazón de Jesús es fuente de vida, porque por medio de El actúa la victoria sobre la muerte. Es fuente de santidad, porque en El ha sido vencido el pecado que es adversario de la santidad en el corazón del hombre.
Jesús, que el domingo de resurrección entra por la puerta cerrada, en el Cenáculo, dice a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo: a quien perdonaréis los pecados, les serán perdonados” (Jn. 20, 23).
Y diciendo esto, les muestra las manos y el costado, en el que están visibles los signos de la crucifixión. Muestra el costado, lugar del Corazón traspasado por la lanza del centurión.
2. Así pues, los Apóstoles han sido llamados a volver al Corazón, que es propiciación por los pecados del mundo. Y con ellos también nosotros somos llamados.
La potencia de la remisión de los pecados, la potencia de la victoria, sobre el mal que alberga en el corazón del hombre, se encierra en la pasión y en la muerte de Cristo Redentor. Un signo particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.
La pasión de Cristo y su muerte se han apoderado de todo su cuerpo. Se han cumplido mediante todas las heridas, que El ha recibido durante la pasión. Y se han cumplido sobre todo en el Corazón, porque el Corazón agonizaba mientras se apagaba todo el cuerpo. El Corazón se consumía al ritmo del sufrimiento que producían todas las heridas.
3. En este despojamiento el Corazón ardía de amor. Una llama viva de amor ha consumido el Corazón de Jesús en la cruz.
Este amor del Corazón fue la potencia propiciadora por nuestros pecados. Ello ha superado - y supera para siempre - todo el mal contenido en el pecado, todo el alejamiento de Dios, toda la rebelión de la libre voluntad humana, que se opone a Dios y a su santidad.
El amor que ha consumado el Corazón de Jesús el amor que ha causado la muerte de su Corazón - era y es una potencia invencible. Mediante el amor del Corazón divino, la muerte ha logrado la victoria sobre el pecado. Se ha convertido en fuente de vida y de santidad.
4. Cristo mismo conoce hasta el fondo este misterio redentor de su Corazón. Es testimonio inmediato del mismo. Cuando dice a los Apóstoles: Recibid el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, da testimonio de aquel Corazón que es propiciación por los pecados del mundo.
María, que eres refugio de los pecadores, ¡acércanos al Corazón de tu Hijo! 17 de agosto, 1986
Las "promesas" 1, 2, 3, 4, 5, 7 y 8 aparecen fundadas —exclusivamente o principalmente— en la carta 141, escrita por la Santa a su Director. No sabemos con seguridad si la Santa se dirige aquí al P. de la Colombiére o al P. Rolin o al P. Croiset.
La carta es muy breve. El texto sólo no llenaría dos páginas de la edición del P. Tejada. Las primeras palabras referidas de la Santa son: "¡Ojalá pudiera contar todo lo que sé de esta amable devoción, y descubrir a toda la tierra los tesoros de gracias que Jesucristo encierra en este Corazón adorable, y que El tiene el designio de repartir con profusión entre todos aquellos que la practicaran".
No se trata únicamente de lo que sabe la Santa acerca de los tesoros encerrados en esta devoción, sino que ella se refiere además al designio que abriga el Corazón del Señor, de distribuir estas riquezas.
A continuación, añade Santa Margarita: "Jesucristo me ha hecho conocer en manera que no deja lugar a duda...", y se refiere a que por medio de los PP de la Compañía principalmente quería establecer en todas partes esta sólida devoción y de los admirables frutos de ella.
Continúa todavía: "Los tesoros de bendiciones y de gracias que encierra este Sagrado Corazón son infinitos... Sí, lo digo con seguridad, si se supiera cuan agradable es esta devoción a Jesucristo, no hay un cristiano, por poco amor que tenga hacia este amable Salvador, que no la practicara en seguida. “
Se puede decir que el sentido obvio de las "afirmaciones" hechas por la Santa es el de referirse a lo que el Sagrado Corazón le ha dado a conocer, no precisamente acerca de la que se puede llamar excelencia intrínseca de esta devoción, sino del "designio" del Sagrado Corazón con respecto a esta devoción.
La lectura de las cartas de Santa Margarita y de su Autobiografía lleva espontáneamente a confirmar esta manera de ser. Las que, consideradas en sí mismas, podrían parecer simples "afirmaciones" de la Santa son, en verdad, enunciado de lo que ella conoce como plan del Señor. Con otras palabras, equivale a transmitirnos "promesas" del Señor.
La promesa segunda (Daré paz a sus familias ) confirma esta interpretación, ya que al texto de la carta 141 se añade el de la carta 131, que explícitamente, dice: "promete..., además, que El reuniría todos los corazones para no formar más que uno con Él”. Lo mismo vale de la promesa cuarta, como referimos al presentar más arriba el texto de las promesas. Algo semejante podría decirse de la promesa séptima (Las almas tibias se harán fervorosas).
La promesa sexta (Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia ) no presenta la forma de "promesa". Sin embargo, no se puede dudar de que lo sea. (…)
La novena (Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada) es explícita y repetida promesa del Sagrado Corazón, como es explícita también la décima (Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos) y, por supuesto, la duodécima (A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final).
Encontramos la promesa undécima (Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él). como promesa referida a muchas personas contemporáneas de la Santa. (…)
Promesa clara en este mismo sentido es la que enuncia Santa Margarita con respecto a la Madre de Saumaise. En la famosa visión del 2 de julio de 1688, fiesta de la Visitación de la Virgen, aparece el hecho de que quienes más habían trabajado en hacer conocer y amar al Sagrado Corazón tenían sus nombres escritos con letras de oro de manera imborrable en el Corazón del Señor.(…)
E) Sentido de varias promesas.
A base de los escritos mismos de Santa Margarita podemos precisar el recto sentido en que han de tomarse algunas de las promesas, que tal vez se prestarían a interpretaciones no conformes al pensamiento que ha querido expresar la Santa.
1. Promesa quinta. “Bendeciré abundantemente sus empresas”
Las "bendiciones" del Señor no llevan consigo necesariamente éxitos humanos y satisfacciones sensibles. Sin entrar aquí en él misterio de la Providencia divina y en la realidad de lo que fue la vida y la pasión del mismo Hijo de Dios hecho hombre, Santa Margarita ofrece pasos muy significativos.
Es evidente para Santa Margarita que ella tiene una vocación personal enteramente singular de amor a la cruz y de participación en los sufrimientos del Señor. Ella sabe distinguir muy bien lo que el Sagrado Corazón puede pedir a cada uno. De todos modos, ningún cristiano ignora las palabras tan generales de Jesús: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24). Este texto en el evangelio de San Lucas precisa más: "tome su cruz cada día" (Lc 9,23).
Estas bendiciones del Sagrado Corazón se insertan en el cuadro de gracias, aun de orden temporal, que el Señor nos dice que le pidamos y que la Iglesia y los fieles continuamente piden a su Señor. (…)
Notemos a la vez que sería contrario al pensamiento de Santa Margarita aceptar por interés egoísta el culto al Corazón de Jesús. Decía ella a la Madre de Saumaise, después de haberle comunicado de parte del Sagrado Corazón gracias especiales que el Señor le concedería, si abrazaba esta devoción: "Pero, como El quiere que le deis este gusto sin interés, por el amor de El mismo, no me permite El expresaros el resto de lo que os reserva, si le dais este contento". Al P. Croiset: "Y la razón por la que no me está permitido hablar de las recompensas que El promete a los que empleará en esta santa obra, es con objeto de que trabajen sin otro interés que el de su gloria, teniendo de mira su puro amor".
2. Promesa sexta. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
El texto de Santa Margarita, citado en segundo lugar, tomado de la carta 97 a la Madre de Saumaise, presenta una idea de "la divina justicia en su justa cólera", que conviene explicar.
A veces sorprende hoy este lenguaje, porque parece que con el Dios del Nuevo Testamento no dice bien el que se hable de "su justa cólera" y quizá ni aún de la "divina justicia". Parecería preferible atenerse a las palabras de San Juan: "Dios es amor" (1 Jn 4,8.16).
La palabra "cólera" lleva consigo una referencia a pasiones humanas, que tantas veces son reprensibles. Cuando en nuestro pobre lenguaje humano aplicamos a Dios este término, sabemos que ha de ser entendido sin alguna imperfección. Por lo demás, aun San Pablo en el Nuevo Testamento lo emplea: "Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia de los hombres..." (Rom 1,18; véase 2,5.8; Ef 5,6; Col 3,16; 1 Tes 2,16).
En cuanto al problema real, y no sólo de terminología, es preciso recordar que Jesús mismo, que es quien nos ha revelado el amor de Dios, ha pronunciado terribles en el juicio final: "Apartaos de mí, malditos..." (Mt 25,41; cf. Lc 13,27).
Una dificultad diferente presenta el texto de Santa Margarita, y esta dificultad aparece aún más marcada en otros pasajes suyos. Parece que se contraponen la justicia de Dios y la misericordia del Corazón de Jesús. Si se entendiera realmente de ese modo, habría aquí un error. La misericordia del Corazón de Jesús, en cuanto hombre, es precisamente reflejo de la misericordia divina y participación de la de Dios; y en cuanto Dios, es la misma única misericordia del Padre y del Espíritu Santo.
Semejantes expresiones de Santa Margarita responden a un modo de hablar que era frecuente en su tiempo y que se oía desde los pulpitos. (…)
La Santa, por lo demás, hablará expresamente también de la misericordia en Dios: "...a fin de que los pecados no llegasen a su colmo, y que Dios, por su misericordia, perdonara a los pecadores, en gracia del amor que El tiene a este Sagrado Corazón...".(…)
Santa Margarita en el fondo de su pensamiento no opone la justicia de Dios a la misericordia del Corazón de Jesús, al ver que en el mismo Corazón de Jesús ve ella esos dos aspectos como opuestos: "Una vez, habiéndome hecho ver en este Corazón adorable dos santidades, una de amor y la otra de justicia...".
3. Promesa novena. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada
Es patente en Santa Margarita la exigencia que trae consigo el aceptar la devoción al Corazón de Jesús. Se trata de responder con un amor reparador al amor tan desconocido del Señor. A la vez es notable la fuerza que pone la Santa de parte del Señor en prácticas concretas, como ésta, exponer en público la imagen del Corazón de Jesús.
Responde esto no a un empequeñecimiento del culto al Sagrado Corazón y mucho menos a su reducción a algunas prácticas exteriores, sino a la realidad humana, que de lo exterior pasa a lo interior y que manifiesta de modo sensible lo que encierra en su espíritu. (…)
Dentro de la idea de la reparación tiene sentido particular el exponer en público la imagen del Corazón de Jesús para honrar de este modo al Señor, que tan despreciado fue en particular en su pasión, y lo sigue siendo de parte de tantos que no le reconocen. (…)
No podemos convertir en obstáculo para llegar al Corazón de Cristo lo que El sancionó como una poderosa ayuda. Pero tampoco nos es lícito desconocer la fuerza de las imágenes en esta que es llamada "cultura de la imagen", ni podemos contribuir al olvido de Cristo y de su Corazón, en un mundo que pretende secularizarse y que está desconociendo los valores del amor genuino, y de la verdadera afectividad humana. Ni puede el creyente dejar de tener presentes las palabras de Jesús: "Porque quien se avergüenza de mí..., de él se avergonzará el Hijo del hombre..." (Lc 9,26).
F) La "gran promesa". A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
La Santa en este caso trata de referirnos palabras textuales del Sagrado Corazón. Las introduce precisando la ocasión en que las dijo el Señor, a saber, durante la comunión de un viernes. Modestamente, añade ella: "si no me equivoco".
El tono es el de una promesa excepcional, y así habla el Señor de "la excesiva misericordia de mi Corazón", de "su amor todopoderoso".
El contenido de la promesa está referido, en primer plano y directamente a los pecadores: "la gracia del arrepentimiento final, no muriendo en mi desgracia". Lo que añade el Señor se puede referir por igual a los pecadores y a los que ya estuvieran en la gracia del Señor: "no muriendo... sin recibir sus sacramentos (los sacramentos que son propios de ese momento), haciéndose mi Divino Corazón su asilo asegurado en el último momento".
La condición es comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos. Exige nueve comuniones, en el primer viernes de mes, y nueve primeros viernes de mes seguidos.
Parece evidente que una comunión material, no realizada con las debidas disposiciones exigidas por el Señor, sería una burla y no podría contar con la promesa indicada. (…) Si se trata del acto supremo del culto como lo es la Eucaristía, este acto habrá de ser realizado "en espíritu y en verdad" (Jn 4,24).
Continuación de las Letanías del Corazón de Jesús por Juan Pablo II
Corazón de Jesús paciente y de mucha misericordia
Hoy (…) deseamos releer una vez más, junto con María, el Evangelio. En él aparece el Corazón de Jesús, paciente e inmensamente misericordioso.
¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que “pasó haciendo bien” a todos (cf. Hch 10, 38)? ¿De Aquel que hizo que los ciegos adquiriesen la vista, los cojos caminasen, los muertos resucitasen? ¿Qué a los pobres se les anunciara la Buena Nueva? (Cf. Lc 7, 22)
¿No es tal vez así el Corazón de Jesús, que no tenía Él mismo dónde reclinar la cabeza, mientras que los lobos tienen sus guaridas y los pájaros sus nidos (cf. Mt. 8, 20)?
¿No es tal vez así el Corazón de Jesús, que defendió a la mujer adúltera de la lapidación y luego le dijo: “Vete, y desde ahora en adelante no peques más” (cf. Jn 8, 3- 10)?
¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que fue llamado “amigo de publicanos y pecadores” (cf. Mt 11, 19)?
2. ¡Miremos, junto con María, el interior de este Corazón!
¡Releámoslo a lo largo del Evangelio!
Más aún, sobre todo releamos este Corazón en el momento de la crucifixión. Cuando ha sido traspasado por la lanza. Cuando se ha desvelado hasta el fondo el misterio en El escrito.
El Corazón paciente, porque está abierto a todos los sufrimientos del hombre. ¡El Corazón paciente, porque está dispuesto El mismo a aceptar un sufrimiento inconmensurable con metro humano.
¡El Corazón paciente, porque es inmensamente misericordioso!
En efecto, ¿qué es la misericordia, sino esa medida particularísima del amor, que se expresa en el sufrimiento?
¿Qué es, en efecto, la misericordia sino esa medida definitiva del amor, que desciende al centro mismo del mal para vencerlo con el bien?
¿Qué es sino el amor que vence el pecado del mundo mediante el sufrimiento y la muerte?
3. ¡Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia!
¡Madre, que has mirado en este Corazón, cuando estabas presente al pie de la cruz!
Madre que, por voluntad de este Corazón, te has hecho Madre de todos nosotros.
¿Quién conoce como Tú el misterio del Corazón de Jesús en Belén, en Nazaret, en el Calvario?
¿Quién como Tú sabe que es paciente e inmensamente misericordioso?
¿Quién como Tú da testimonio incesantemente de ello? 27 de julio, 1986
Corazón de Jesús generoso para todos los que te invocan
Nos recogemos hoy durante la oración del Angelus para recordarte, oh Madre de Cristo, el acontecimiento que tuvo lugar en Caná de Galilea. Esto ocurrió al comienzo de la actividad mesiánica. Jesús había sido invitado, contigo y sus primeros discípulos, a las bodas. Y cuando faltó el vino, Tú, María, dijiste a Jesús: Hijo, “no tienen vino” (Jn 2, 3).
Tú conocías su corazón. Sabías que es generoso para aquellos que lo invocan.
Con tu oración en Caná de Galilea hiciste que el Corazón de Jesús se revelase en su generosidad.
2. Este es el Corazón generoso, puesto que en El habita efectivamente la plenitud: la plenitud de la divinidad habita en Cristo verdadero hombre: y Dios es amor.
Es generoso porque ama, y amar quiere decir prodigar, quiere decir dar. Amar quiere decir ser don. Quiere decir ser para los demás, ser para todos, ser para cada uno.
Para cada uno que llama. Llama a veces, incluso sin palabras. Llama por el hecho de poner al descubierto toda su verdad, y, en esta verdad, llama al amor.
La verdad tiene la fuerza de llamar al amor. Mediante la verdad todos aquellos que son “pobres de espíritu”, que “tienen hambre y sed de justicia” que, ellos mismos, “son misericordiosos” tienen la fuerza de llamar al amor.
Todos ellos – y tantos otros más – tienen un maravilloso “poder” sobre el amor. Todos ellos hacen que el amor se comunique, se dé y se manifieste así la generosidad del corazón.
Entre todos ellos, Tú, María, eres la primera.
3. ¡Corazón de Jesús, generoso para aquellos que te invocan! Mediante esta generosidad en amor no se agota, sino que crece. Crece constantemente. Esta es la naturaleza misteriosa del amor. Y este es también el misterio del Corazón de Jesús, que es generoso para con todos.
Se abre a todos y a cada uno. Se abre completamente por sí mismo. Y en esta generosidad no se agota. La generosidad del Corazón da testimonio de que el amor no está sometido a las leyes de la muerte, sino a las leyes de la resurrección y la vida. Da testimonio de que el amor crece con el amor. Esa es su naturaleza.
4. De esta verdad sobre el amor, dio testimonio en nuestros tiempos Pablo VI. Su corazón humano cesó de latir aquí, en Castelgandolfo, hace ocho años, en la fiesta de la Transfiguración del Señor.
Su humilde sucesor hace suya la misma verdad sobre el amor, que el difunto Pontífice proclamó con la palabra y con la vida hasta el final, invocando al Corazón divino.
Y por ello, pensando en el Papa Pablo VI, hoy, durante la oración del Angelus, nos unimos de modo particular a María, y decimos: Corazón de Jesús, generoso para aquellos que te invocan, acoge a tu siervo en tu eterna luz. 3 de agosto, 1986
Corazón de Jesús fuente de vida y de santidad
Recordemos cuando Jesús se acercó a la pequeña ciudad de Samaria, llamada Sicar, donde se encontraba una fuente que se remontaba a los tiempos del Patriarca Jacob.
En aquel lugar encontró a una samaritana, que se acercaba para sacar agua de la fuente. El le dice: “Dame de beber”. La mujer responde: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana?”.
Entonces Jesús replicó: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a El, y El te daría a ti agua viva”.
Y continuó: “El agua que yo te dé se hará en ti fuente que salte hasta la vida eterna” (cf. Jn. 4, 5-14).
¡Fuente! ¡Fuente de vida y de santidad!
2. En otra ocasión, en el último día de la fiesta de los Tabernáculos en Jerusalén, Jesús - como escribe también el Evangelista Juan – “gritó, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva correrán en su seno”. El Evangelista añade: “Esto dijo del Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en El” (Jn. 7, 37-39).
3. Todos deseamos acercarnos a esta fuente de agua viva. Todos deseamos beber del Corazón divino, que es fuente de vida y de santidad.
En El nos ha sido dado el Espíritu Santo, que se da constantemente a todos aquellos que con adoración y amor se acercan a Cristo, a su Corazón.
Acercarse a la fuente quiere decir alcanzar el principio. No hay en el mundo creado otro lugar del cual pueda brotar la santidad para la vida humana, fuera de este Corazón, que ha amado tanto. “Ríos de agua viva” han manado de tantos corazones... y ¡manan todavía! De ello dan testimonio los Santos de todos los tiempos.
4. Te pedimos, Madre de Cristo, que seas nuestra Guía al Corazón de tu Hijo. Te pedimos que nos acerques a El y nos enseñes a vivir en intimidad con este Corazón, que es fuente de vida y de santidad. 10 de agosto, 1986.
Corazón de Jesús propiciación por nuestros pecados
El Corazón de Jesús es fuente de vida, porque por medio de El actúa la victoria sobre la muerte. Es fuente de santidad, porque en El ha sido vencido el pecado que es adversario de la santidad en el corazón del hombre.
Jesús, que el domingo de resurrección entra por la puerta cerrada, en el Cenáculo, dice a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo: a quien perdonaréis los pecados, les serán perdonados” (Jn. 20, 23).
Y diciendo esto, les muestra las manos y el costado, en el que están visibles los signos de la crucifixión. Muestra el costado, lugar del Corazón traspasado por la lanza del centurión.
2. Así pues, los Apóstoles han sido llamados a volver al Corazón, que es propiciación por los pecados del mundo. Y con ellos también nosotros somos llamados.
La potencia de la remisión de los pecados, la potencia de la victoria, sobre el mal que alberga en el corazón del hombre, se encierra en la pasión y en la muerte de Cristo Redentor. Un signo particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.
La pasión de Cristo y su muerte se han apoderado de todo su cuerpo. Se han cumplido mediante todas las heridas, que El ha recibido durante la pasión. Y se han cumplido sobre todo en el Corazón, porque el Corazón agonizaba mientras se apagaba todo el cuerpo. El Corazón se consumía al ritmo del sufrimiento que producían todas las heridas.
3. En este despojamiento el Corazón ardía de amor. Una llama viva de amor ha consumido el Corazón de Jesús en la cruz.
Este amor del Corazón fue la potencia propiciadora por nuestros pecados. Ello ha superado - y supera para siempre - todo el mal contenido en el pecado, todo el alejamiento de Dios, toda la rebelión de la libre voluntad humana, que se opone a Dios y a su santidad.
El amor que ha consumado el Corazón de Jesús el amor que ha causado la muerte de su Corazón - era y es una potencia invencible. Mediante el amor del Corazón divino, la muerte ha logrado la victoria sobre el pecado. Se ha convertido en fuente de vida y de santidad.
4. Cristo mismo conoce hasta el fondo este misterio redentor de su Corazón. Es testimonio inmediato del mismo. Cuando dice a los Apóstoles: Recibid el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, da testimonio de aquel Corazón que es propiciación por los pecados del mundo.
María, que eres refugio de los pecadores, ¡acércanos al Corazón de tu Hijo! 17 de agosto, 1986
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