domingo, 24 de noviembre de 2013

"VIVIR CON LA IGLESIS: HABRA U SOLO REBAÑO Y UN SOLO PASTOR

VIVIR CON LA IGLESIA. P. Juan Manuel Igartua S.J. (La espiritualidad del Apostolado de la Oración) 1961 TERCERA PARTE: CONQUISTA DEL REINO DE DIOS (Dinamismo de la espiritualidad) VIII.- Se hará un solo rebaño y un solo Pastor • Esperanza en el Magisterio de la Iglesia • Profecía del Corazón de Jesús • Proceso histórico de la providencia divina en relación con esta promesa • La devoción a los Corazones de Jesús y de María, medio necesario • Obra del Corazón de Jesús • Obra de la Virgen María • El Apostolado de la Oración nació y vive con esa esperanza IX.- Supremo espíritu de caridad • Ser Testigos de Cristo: mártires • ¿cuál es el espíritu del martirio? VIVIR CON LA IGLESIA. P. Juan Manuel Igartua S.J. (La espiritualidad del Apostolado de la Oración) 1961 TERCERA PARTE: CONQUISTA DEL REINO DE DIOS (Dinamismo de la espiritualidad) VIII.- Se hará un solo rebaño y un solo Pastor. Juan XXIII en el discurso al Sínodo Romano de 27 de enero 1960, glosó las palabras del texto de Jn 10, 16) el del Buen Pastor. Y otras ovejas tengo que no son de este rebaño, y tengo también que traerlas, y oirán mi voz y se hará un solo rebaño y un solo Pastor». El P. Igartua S.J. considera que se pueden estimar las proféticas las palabras del Señor: «Y se hará un solo rebaño y un solo Pastor». (Jn 10, 16) Esperanza en el Magisterio de la Iglesia En el Magisterio de la Iglesia estas palabras admirables de Jesús han pasado a ser como el lema de la ardiente esperanza de la Iglesia Católica.  Juan XXIII en el discurso al Sínodo Romano de 27 de enero de 1960 «De cuánto gozo nos llenan estas palabras afirmativas, con las que tan clara y decidida¬mente se anuncia este futuro suceso: Oirán mi voz y se hará un solo rebaño y un solo Pastor». (…)  Benedicto XV: Primera Encíclica de su Pontificado (1914):«El Pastor divino tiene al género humano en parte ya encerrado felizmente en el redil de su Iglesia, y la otra parte afirma amantísimamente que la forzará a. entrar: Y tengo otras ovejas que no son de este redil, y las tengo que traer, y oirán mi voz» (AAS, 6, 565-566).  Pío XI: Encíclica Ubi Arcano sobre el Reino de Cris¬to (1922): «El Vicario del Pastor eterno no puede menos de recibir con absoluta alegría, repitiéndola en su memoria, aquella profecía del mismo Cristo: Y oirán mi voz y se hará un solo rebaño y un solo Pastor» (AAS, 14, 697).  Pío XII: Encíclica en el Centenario de la Inmaculada (1953): «Vea la misma Santísima Virgen María a todos aquellos, que se glorían ser cristianos, unidos al menos por el vínculo de la caridad, volver a Ella sus ojos, corazones. y oraciones, pidiendo aquella unidad con la que por fin se haga un solo rebaño y un solo Pastor (AAS, 45, 591) Profecía del Corazón de Jesús Se puede decir que esta profe¬cía es la profecía de amor del Sagrado Corazón en el Evangelio.  Pío XI en la Encíclica Ubi Arcano asegura que es suavísima y cierta profecía del Divino Corazón.  León XIII en la Consagración del mundo hecha por él en el año 1899 incluye la profecía entre las peticiones formuladas al Sagrado Corazón.  En la Encíclica Rosario (1896) asegura que el deseo de la reconciliación de todos los cristianos separados lo ha sacado del Corazón Divino de Jesús.  Pío XII, en la Encíclica. Evangelii Praeconens (1951), llama a esta profecía gemido inenarrable del Corazón amantísimo de Jesús.  Juan XXIII en la Hora Santa del día del Sagrado Corazón (1959) recuerda que el Corazón de Jesús ardientemente anhela aquel único rebaño. Pero si es una profecía del Corazón de Jesús, según la palabra de Pío XI indicada arriba, y es una profecía que trata de la unidad religiosa del mundo, según el mismo Pontífice, bien se puede decir que ese dichoso día que esperamos será el del reinado del Corazón de Jesús, por el cual suspira el Apostolado de la Oración desde su fundación, según su lema: Adveniat Regnum tuum. Proceso histórico de la providencia divina en relación con esta promesa:  Principios del siglo XVII San Juan Eudes, Apóstol del culto litúrgico de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.  A finales del siglo XVII Santa Margarita María de Alacoque, en Paray-le-Monial, las grandes revelaciones de su Corazón Sagrado.: «Reinaré a pesar de todos mis enemigos»..  En el siglo XIX nace el Apostolado de la Oración, y por su fue promovida en el mundo una intensa campaña de expansión de la devoción al Sagrado Corazón y de la Consagración a Él de los hombres.  Pío IX consagraba la Iglesia al Sa¬grado Corazón (1875). Intervino el P. Ramière S.J., a quien fue confiada la tarea de hacer llegar el deseo pontificio a los Obispos del mundo  León XIII (junio de 1899), consagró el mundo al Sagrado Corazón de Jesús, pidiéndole las gracias que produjesen la conversión del mundo.  En 1925, Pío XI proclamaba la fiesta y devoción de Cristo Rey r La devoción a los Corazones de Jesús y de María, medio necesario Pío XII, en la Encíclica Haurietis Aquas «Aunque la devoción al Sagrado Corazón ha producido en todas partes saludables frutos de vida cristiana», todavía la obra no está completa. »Con esta manifestación excepcional Jesucristo, expresamente y repetidas veces, mostró en su Corazón un símbolo que atrajese a los hombres al conocimiento y a la estima de su amor, y al mismo tiempo lo constituyó en señal y prenda de misericordia y de gracia para las necesidades de la Iglesia en los tiempos modernos» Es la obra del Corazón de Jesús Esta es la gran obra del Sagrado Corazón y de sus gracias en la Iglesia. Esta no es obra humana, no pueden los hombres por sus fuerzas propias realizarla. No podrán jamás por sus fuerzas transformar el mundo de las almas, ni convertir el mundo, ni crear el nuevo orden de la caridad. Es obra de la Virgen María La esperanza de Pío IX y de los Obispos de la Iglesia de que se haga un rebaño y un Pastor, a la que San Pío X llamó cincuenta años más tarde «la gran esperanza», fue concebida como fruto precisamente de la definición del dogma dé la Inmaculada Concepción en 1854. Pío XII, en la proclamación de la Asunción a los cielos Bula Munificentissimus Deus, volvió a recordar cómo esta esperanza de la Iglesia mira particularmente a la intervención de María: «Confiamos absolutamente en que esta solemne proclamación y definición de la Asunción aprovechará no poco a la sociedad cristiana, porque se ha de esperar que todos los fieles cristianos se excitarán a una piedad más intensa para con la Madre celeste, y que todos los ánimos de todos aquellos que se glorían del nombre cristiano se moverán al deseo de participar de la unidad del Cuerpo Místico de Cristo, y a aumentar su Amor hacia Aquella que tiene Corazón maternal para todos los miembros del mismo Augusto Cuerpo». León XIII (Encíclica Annum Sacrum): «Al Corazón de Jesús se ha de pedir, del Corazón de Jesús se ha de esperar, la salvación del género humano». Pío XI en la Encíclica Ecclesiam Dei declara que este día del úni¬co rebaño y único Pastor es el ardiente anhelo de todos los Santos, es decir, de todos los que están unidos con Jesús en el Cuerpo Místico. El Apostolado de la Oración nació y vive con esa esperanza El Apostolado de la Oración no podía menos de vibrar con este anhelo, tan propio de su espíritu genuino. El culto del Sagrado Corazón tiene fuerza y promesas especiales de eficacia, porque Dios así lo ha determinado, de acuerdo con la hondura de esta devoción, en la conversión de las almas, y en la empresa de reunión en el Cuerpo Místico. Es además el Culto reparador al Amor herido de Cristo, y es por eso muy apto para reparar las ofensas de la separación que rompe la unión de amor entre los suyos, obteniendo así nuevas gracias para la unidad. Por eso el Apostolado de la Oración enseña a los suyos a dirigir al Corazón de Jesús todas las obras, por medio del Corazón Inmaculado de María, con el inefable gemido que exhala del Cuerpo Místico el Espíritu Santo, por esta actual y perpetua intención de Jesús y de su Iglesia: Venga a nosotros tu Reino, lo cual equivale a estar diciendo con gran clamor día y noche: Haya un solo rebaño y un solo Pastor. Juan XXIII, explicando en el Sínodo Romano su esperanza, ya antes transcrita, añadió así, el día 27 de enero de 1960: De cuánto gozo nos llenan estas palabras afir¬mativas, con las que tan clara y decididamente se anuncia este futuro suceso: «Oirán mi voz y se hará un solo rebaño y un solo Pastor». De esta página evangélica brotan como rayos de luz celestial que tocan a los pueblos no venidos todavía al nom¬bre cristiano. Parecen anunciar los primeros ful¬gores de la luz del próximo Concilio Ecuménico, esperado con ansia por todos los fieles. El Obispo de Fátima, el 2 de febrero de 1960: «No se conocen los secretos de Dios ni los de Nuestra Señora, pero sabemos que Ella afirmó: «por fin mi Cora¬zón Inmaculado triunfará». El Concilio será garantía de esa victoria de María por el triunfo universal de su Divino Hijo. El milagro se realizará por el regreso de los pueblos a la verdadera fe» (La Voz de Fátima, 13 de marzo de 1960) IX.- Supremo espíritu de caridad. Jesucristo les dijo a sus discípulos: «Vosotros tenéis que ser mis testigos por la tierra» Act., 1, 8. Porque, en efecto, ellos, dejaron escapar de sus labios la pregunta de la eterna impaciencia humana: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?» Act., 1, 6. Respondió: «No es vuestro conocer los tiem¬pos y momentos que el Padre se reserva en su poder. Pero seréis mis testigos en Jerusalén y en Samaría y hasta los extremos de la tierra» Act., 1, 8. Ser testigos de Jesús, o sea mártires, es el oficio de los cristianos, primero en Jerusalén (Esteban y Santiago), luego en Samaría, y hasta los extremos de la tierra, porque la conquista del Reino de Dios, larga y laboriosa, restauración de Israel de Dios que culminará en la del Israel judío cristianizado, exigía el testimonio de la Sangre previamente. «Y ¿cuál es el espíritu del martirio? Es un espíritu—prosigue el Santo—que tiene cinco cuali¬dades muy excelentes: »1. Es un espíritu de fortaleza y de constancia. »2. Es un espíritu de profundísima humildad, que aborrece la vanidad y la gloria del mundo y que ama los desprecios y humillaciones. »3. Es un espíritu de desconfianza en sí mismo, y de absoluta confianza en Nuestro Señor. »4. Es un espíritu de desprendimiento. »5. Es un espíritu de amor ardentísimo a Nuestro Señor Jesucristo. . Escribe el resto de tu post aquí.

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